jueves, 26 de julio de 2012

ENTREVISTA A DAMIÁN PATÓN


Reseñados ha tenido la oportunidad de entrevistar a Damián Patón, autor de Días de fuego en la Habana

Luis Vea García (Barcelona)

Luis Vea: Parece extraño que una novela como Días de fuego en la Habana, no haya caído en las manos de una gran editorial. Tiene acción, tiene algo de novela negra y un ingrediente exótico como Cuba, además de sexo. ¿Qué nos puedes decir? ¿Lo intentaste con las grandes?

Damián Patón:  La novela Días de Fuego en la Habana, que yo escribí hace ya bastante tiempo, fue rechazada de plano por todo tipo de editoriales. Lo cual, responde a que sí lo intenté, pero esencialmente con Todos. Sus ingredientes, digámoslo así, no están buscados, surgieron tal cual. La escribí en muy poco tiempo.

L.V: La narración nos habla de unos personajes vencidos por lo peor de ellos mismos, llevados a los extremos de sus carencias humanas y contradicciones espirituales. ¿Por qué?

D.P: Los personajes, viven en el círculo cerrado de sus traumas porque, en algunos casos, los traumas son invencibles o por lo menos imposibles de aceptar. Sus carencias se convierten en actitudes defensivas- Clavijo-, y sus traumas, que ellos no consideran lo peor sino lo mas puro, entran en confrontación con el entorno que les envuelve, que a la vez les señala de manera visible e invisible por sus carencias, porque el sistema está saturado de carencias propias. No considero que padezcan contradicciones espirituales, sino contradicciones morales…Vivir marcado, nacer con un cerebro masculino o femenino en un cuerpo que no corresponde, vivir en un sistema hipócrita tanto supuestamente democrático, como dictatorial, influye en todo ello.

L.V: Uno de los ingredientes de la historia es el sexo. Algunos personajes ocultan sus vidas detrás del sexo, otros tienen cierta inseguridad respecto a él. Parece advertirse una inseguridad sobre el rol tradicional y las maneras de configurar el sexo en nuestra sociedad. ¿Es así?

D.P:  Es así. Tal cual se responde así misma la pregunta. En la sociedad actual -cualquier sociedad de cualquier país o cultura-, el sexo se ha deformado en su contexto y se ha convertido en una simbiosis ambigua de sentimientos. El sexo se ha individualizado, para colectivizarse. Puede resultar confuso, pero creo que es así. La inseguridad existe, porque quieren ser aceptados y ser normales como los demás, pero no pueden, no saben o no se atreven a mostrar sus “ambigüedades”, que son íntimas y las esconden bajo la forma del comportamiento sexual clásico. No lo consiguen, claro.



L.V: En la trama de la novela se van narrando hechos y, junto a ellos, se va vertiendo una serie de juicios de valor sobre la sociedad, la política, la situación actual. ¿Es una de las labores del novelista transmitir crítica social?

D.P:  En parte sí. Estoy convencido de que debe existir una parte de critica social…pero solo una parte del todo, para no deslucir el acto creativo. Guerra y Paz, por ejemplo va mas allá de su ser una novela bélica clásica, es un todo…no sé si el ejemplo puede ser el mas adecuado, pero en parte si, aunque a veces el autor incurra en subjetividades…

L.V: A veces da la impresión de que el autor se haya inspirado en alguien para describir con tanta exactitud algunos personajes. ¿Ha habido modelos?

D.P:  Ha habido modelos reales, en algunos casos…y me he quedado corto, por pura autocensura. El modelo mas real es Iker…lo demás son modelos mas clásicos…y me autocensuré.

L.V: La impresión que ofrece la novela sobre el futuro y los acontecimientos actuales es devastadora. No hay esperanza, ni posibilidad de futuro. ¿Es una novela que esconde un cierto nihilismo?

D.P:  No siento que esconda un cierto nihilismo. Y no siento que sea devastadora su visión sobre el futuro, sino más bien demasiado real y me quedo corto…muy corto. Creo que en la novela habita una gran esperanza pesimista eso sí. Una esperanza pesimista, sin los viejos dioses occidentales…al final me remito…al final del libro, en sus últimas frases.

L.V: Me ha extrañado el final de la novela. Da la impresión de que la introducción de un acontecimiento real como el 11M cambia la dirección de la novela. ¿Era ese el propósito?

D:P:  No era ese el propósito abiertamente, luego al final ha sido así de manera imprevisible. El final supone el cierre, lógicamente del principio. Todos huyen de sus miserias personales en un mundo de riqueza hacia otro de miserias materiales y a veces personales y de repente un acontecimiento externo lo altera todo…eso ocurre cada día.

L.V: Días de fuego en la Habana tiene uno de sus puntos fuertes en los diálogos. ¿Has trabajado de alguna manera este punto?

D.P: No…nunca lo he trabajado…simplemente lo sentía así. Es algo que acabo de descubrir.

L.V: Viniendo como vienes, Damián, de la poesía, qué poco de poético tiene el libro.

D.P:  Quizás es mejor que tenga poco de poético el libro. He descubierto que ya no soy poeta. Necesito personajes, necesito otros ámbitos. La poesía me parece lo más alto y descubrí, que yo no cumplo sus expectativas. Lo poesía es lo supremo.

L.V:  ¿Puedes decirnos en qué proyectos andas metido actualmente?

D.P: Como bien sabes y te he comentado en alguna ocasión, Luís, dije que abandonaba el camino de la literatura…me cansa un poco, pero no puedo evitarlo, necesito crear. La palabra sería crear. Decidí co-editar con Bohodón ediciones, para que Días no muriera en un cajón. No quería. El sistema editorial es cerrado. Mediocre. Corrupto en este país. Llevo tiempo sin planes. Es cierto que escribo para algún colega guiones de corto -ahora ando en ello-, pero en realidad necesito mucha libertad para escribir. Y quizás ensayo o novela. No tengo un plan fijo, si un plan infinito en mi. Nadie me espera por el momento…pero sabrán de mí.

Gracias Damián por tus respuestas y suerte en los próximos proyectos.

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