lunes, 26 de julio de 2010

LA FRONTERA SUR DE JOSÉ LUIS MUÑOZ


La frontera sur
José Luiz Muñoz
Ed. Almuzara, 2010
373 páginas
19,95 euros




José Luis Muñoz es perro viejo escribiendo novelas. Ganador de algunos de los premios más prestigiosos de narrativa de este país – el Tigre Juan, el Azorín, la Sonrisa Vertical, Café Gijón, Camilo José Cela, etc …- ha publicado veintisiete libros entre novelas y libros de relatos, maestro del género negro en donde sobresale su personaje, el inspector Pachón, se mueve con facilidad en otros géneros: romántico, erótico, histórico, etc. Viajero impenitente nos presenta esta vez la novela La frontera sur que mereció el IV Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona. Pero La frontera sur no es una novela negra al uso. Es más bien una novela de frontera. Una de esas novelas que recorre con maestría las diferencias que separan el norte y el sur. Cuesta calificarla como novela negra porque la etiqueta se queda corta, porque La frontera sur no es una novela de buenos y malos, de policías y criminales. Es más bien un drama en el que dos mundos separados por una línea imaginaria luchan por la pura supervivencia. Es casi un drama darwiniano si tomamos el sentido más estricto. Norte contra sur, supervivencia, violencia, dinero, prostitución, drogas, policía, sobornos, ricos y pobres, asesinatos y muertes, insatisfacción, sobre todo. Mucha insatisfacción a uno y otro lado.


Sobre un argumento relativamente sencillo que el autor trenza con facilidad, nos encontramos con dos mundos. Por un lado el mundo rico de Mike Demon, residente en Los Ángeles, vendedor de seguros, hombre acomodado de mediana edad, esposa e hijo, coche y vivienda, vida en constante competencia y afán creciente por ganar dinero y, al mismo tiempo, de vivir otra vida. Al otro lado de la frontera, en Tijuana, México, Fred Vargas, policía corrupto cuyas manos están manchadas de sangre y dinero. Ambas vidas se van uniendo irremediablemente a uno y otro lado de la frontera en una serie de coincidencias cada vez más buscadas y menos coincidentes. La historia la puede rellenar cada uno a su gusto, pero José Luis Muñoz lo hace con verdadero oficio dando la impresión de que escribir esas trescientas setenta y tres páginas es poco menos que un juego de niños. Pero no es así. Uno capta el trabajo realizado para recopilar información del español de México, también del habla fronteriza, de sus dejes y un trabajo de investigación a uno y otro lado de esa línea imaginaria en los modos y costumbres de vida. Las preocupaciones del vecino del norte por la competencia profesional, por acumular más y más dinero vendiendo y las del vecino del sur por conseguir estafar y engañar cada vez más. Claro que ambas visiones contienen una crítica porque viendo una y otra, y viendo sus diferencias, uno llega a captar más sus semejanzas. Ambas visiones están condenadas al fracaso y a la autodestrucción. Son dos sociedades enfrentadas y enfermas. Una por el drama de la falta de futuro, la otra por esa idea tan destructiva de ganar dinero a toda costa. Uno no deja de reflexionar cómo dos sociedades tan aparentemente opuestas pueden generar dinámicas con resultados tan semejantes. Y a todo ello hay que añadir una historia de un amor imposible, el choque de dos mundos en el ínfimo espacio que dejan dos cuerpos al hacer el amor. Pero no vamos a narrar toda la novela. En fin, que se agradece el esfuerzo del autor por mostrar dos niveles. Quien desee leer simplemente una historia la encontrará. Quien busque en el trasfondo hallará ecos de otros mundos, de otras historias y realidades que son comunes en los telediarios. Mujeres asesinadas después de ser violadas y enterradas en la arena, cadáveres que jalonan el desierto al otro lado de la frontera, abatidos por la Border o detenidos por la migra, por la sed, el cansancio, el engaño o el propio clima. No se pierdan esta historia fronteriza que no les dejará respirar de la mano de José Luis Muñoz, creo que repetirán.

jueves, 15 de julio de 2010

CASI TODO ES MÍO DE ANTONIO JIMÉNEZ PAZ



Casi todo es mío
Antonio Jiménez Paz
Ed. Baile del sol (primera edición 2008, segunda edición 2010)
85 pp
10 euros.


A Antonio Jiménez Paz se le conoce bien en Canarias, tanto en su faceta de poeta como de estudioso de la obra de autores como Félix Francisco Casanova o Antidio Cabal. Se le conoce menos en la península para desgracia nuestra por ese océano que a veces separa más de lo que debiera.


El poemario que presenta, Casi todo es mío, tiene dos aspectos a mi modo de entender fundamentales. Uno, su carácter explorativo-introspectivo. El otro, su búsqueda constante de la palabra. Y es además un poemario valiente, que huye de modas y hace lo que debe, buscar. Buscar el valor de la palabra y el ser del individuo. No es extraño entonces que haya un cierto desconocimiento de la obra de Antonio Jiménez Paz cuando se sitúa no sólo en la periferia geográfica sino también en la poética.


Sus textos son escuetos pero dicen tanto que no hace falta explicar una sílaba más. Antonio Jiménez Paz nos lleva a reflexionar con cada una de sus palabras, con cada uno de sus giros del lenguaje, nos introduce en su mismo ser que es universo común de su propia poesía.


El libro está dividido en dos partes. En la primera cada uno de los poemas comienza de forma anáforica del mismo modo: Fuera o fuese. El poeta ya nos sitúa desde el inicio en la más absoluta incertidumbre, incertidumbre que se prolonga en sus versos:


Fuera o fuese la luz que a todos alumbra
no se borra lo que uno quisiera
ni se gasta.



Gusta el autor de servirse una y otra vez de la paradoja quizá buscando incrementar ese desasosiego, esa incertidumbre, ese no saber dónde uno pisa, hacia dónde uno va.


Pido agua o solicito destierro.



También hay una búsqueda de la frase jugosa, del verso redondo si fuera vino.


Soy lápiz hecho cruz.



Porque Antonio Jiménez Paz utiliza un recurso que tan pronto nos deja sumidos en la duda como nos arroja un verso cual losa del que no podemos liberarnos por su rotundidad, por su aplomo.


No me arranco de cuajo el sinsentido.



Su Fuera o fuese se revela así como una propuesta poética, un destino último, un recurso utilizado una y otra vez para dejar claro el propósito. ¿Cuál es el territorio del poeta? ¿Decir lo que ocurre o quizá situarse en el plano de las posibilidades, de lo que podría llegar a ocurrir? Es ése el terreno pantanoso por donde circula el autor.


La segunda parte se inicia con un enigmático: Érase una vez y lápiz. Dice Tina Suárez que es la mejor forma de describir la historia de la literatura. En esta segunda parte, mucho más larga y con un esquema menos preciso, sí permanece como característica básica la brevedad. También la rotundidad en el cierre de los versos.


Antonio Jiménez Paz sigue escarbando en el significado de las palabras, sigue en ese proceso introspectivo que es a la vez un proceso difuso porque requiere el esfuerzo del lector, un esfuerzo que quizá tenga algo de lo que hablaba Pessoa. ¿Cuánto hay de realidad y de ficción, cuánto de verdad y cuánto de fingimiento?



Hay temblores donde no tiembla
la tierra.
Donde hubo pies.



A veces es el propio artificio retórico el propio meollo del poema:



Cada roce buscando su hendija.
Toda elipsis buscando su guarida.



Porque el verso de Jiménez Paz es un verso eminentemente elíptico, un verso que rompe el sentido, el equilibrio de la frases, que roza a veces el retorcimiento obligándonos a darle un nuevo sentido a la frase.

En fin, no se pierdan el poemario de Antonio Jiménez Paz, Casi todo es mío, un libro tan original como su título indica, con tantas posibilidades que acudirán a él a menudo, no siendo posible una única lectura. El libro de Jiménez Paz se disfruta a lo largo del tiempo.