viernes, 30 de noviembre de 2012

EL SILENCIO DE TU NOMBRE DE ANDRÉS PÉREZ DOMÍNGUEZ




El silencio de tu nombre
Andrés Pérez Domínguez
Plaza y Janés, 2012
603 pp.
20,90 euros

Invierno de 1950, Martín Navarro se ve obligado a abandonar la seguridad de París para seguir a su amante, Erika Walter, viuda de un agente secreto alemán, cuando huye a Madrid con unos importantes documentos que implicarían a altos cargos nazis.
Martin Navarro, ex miembro del PCE, sabe que volver a España supone el riesgo de ser capturado tanto por la  policía franquista, como por sus propios compañeros de partido que le acusan de traidor. En Madrid se verán envueltos en una trama de espionaje e intereses ocultos tremendamente peligrosa.

El silencio de tu nombre de Andrés Pérez Domínguez es una novela llena de intrigas, aventuras, amor, con unos personajes con una fuerza espectacular.

Los personajes masculinos de la novela son auténticos héroes. Son hombres fuertes, con una personalidad arrolladora: Martín Navarro abandona  París y lo arriesga todo a sabiendas de que la policía, los compañeros y la CIA le siguen los talones para encontrar a Erika. Ello le llevará a pasar momentos muy peligrosos en su estancia en Madrid. Es un hombre desencantado con el partido al que pertenece: “A lo mejor es que resultaba inevitable acabar no creyendo en nada después de haber luchado tanto. Tal vez el desengaño fuese la única meta posible, aunque uno no acabase por darse cuenta hasta que era demasiado tarde” (pág. 496) pero arriesgará su vida si es necesario por el amor de Erika Walter.

Gregorio León, periodista deportivo y miembro en la clandestinidad del PCE, tendrá la misión de matar a su amigo Martín pero para ello tendrá que investigar en qué está metido y si es culpable realmente de traición. Hombre  joven e  idealista que cree que las cosas pueden cambiar luchando hasta el final. Enamorado de Marina, una chica de alterne de Le Cygne Noir, que hará que sobreviva en los momentos más duros de la novela.

Tampoco hay que dejar de lado los personajes más siniestros: Herbert Mundt y Alois Becker, altos cargos nazis que viven con toda impunidad en España protegidos por el Gobierno de Franco y que harán todo lo que esté en sus manos para  conseguir unos lingotes de oro robados durante la II Guerra Mundial y que sospechan que tiene Emil Liebermann, el marido de Erika Walter.

Pero los personajes realmente interesantes son los femeninos: Erika Walter es una enigmática mujer, fuerte y valiente,  por la que cualquier hombre perdería la cabeza, de hecho Martín Navarro arriesga su vida por ella. La imaginas bella y seductora. O Marina, la chica de alterne de Le Cygne Noire, que consigue enamorar a Gregorio León en una época en la que una mujer con esa vida era poco menos que prostituta.
Pero el personaje que te deja sin aliento es Mercedes Corrientes, beata, franquista, adinerada ya que es hija de uno de los banqueros más importantes de Madrid. Amiga de Erika y, por supuesto, de los nazis y en cuya residencia de Sevilla ocurren las cosas más atroces de la novela.  Nunca sabes hasta dónde llegará su poder y al lado de quien se pondrá.


El silencio de tu nombre es una novela con final abierto. El autor cree que los finales abiertos dan al lector la responsabilidad de aportar su propia forma de rematar la novela. En mi final  la novela da pie a otro volumen.

Es una novela trepidante que atrapa desde la primera línea: ”Justo antes de saltar pensó que por llevar tanto tiempo huyendo era incapaz de recordar ningún momento de paz en su vida” hasta la última. Los lectores reticentes a leer novelas de gran grosor no se arrepentirán  pese a las 603 páginas que tiene el volumen. 

El silencio de tu nombre es una novela muy recomendable para aquellos lectores que nos gustan las historias de postguerra, donde la trama de la novela la imaginas en blanco y negro, como la época. Y para aquellos lectores aficionados a la novela negra y a las novelas de aventuras. En estos días de lluvia y frío es un buen libro para leer junto a la chimenea y una buena copa de vino.

viernes, 16 de noviembre de 2012

EL MAL HOMBRE DE RUBÉN ROMERO SÁNCHEZ



El mal hombre
Rubén Romero Sánchez
Editorial Legados, 2012.
64 pp.
10 euros

Es difícil poetizar sobre la vida de un hombre, sobre las vicisitudes, sobre sus miserias, opiniones, sucesos… Es más si se hace poéticamente. Y todavía lo es más si el autor se permite la licencia de utilizar para ello todas las palabras, incluso aquellas expresiones que los cánones poéticos más estrictos no permitirían. Eso es lo que hace Rubén Romero Sánchez (1978) en su poemario El mal hombre. Y sin embargo lo hace con sencillez, de forma directa y sin ambages, sin rodeos. Por eso a veces es certero y a la vez tan efectivo.
Rubén Romero divide el libro en cinco cantos que toman los siguientes títulos: Del amor, de la traición, del tálamo, del olvido y del perdón. Y todas estas partes contienen algunos de los temas universales dentro de la poesía pero tratados desde el prisma de la vida de un mismo hombre.

De la sinceridad del contenido dejo una muestra (p.13):

“Dejaré mi dinero en la mesilla,
mi condena en mi próximo exilio,
mi último nombre en tu boca de mil nombres.
Huyo tan deprisa que ya no sé quién soy”

A veces la paradoja de la vida plasmada poéticamente y con ironía, ironía ante la frustración (p.15):

“dios, si tú eres el verbo,
yo qué cojones soy,
un complemento
circunstancial?”

En estos versos constatamos el uso de vocabulario que podríamos designar como no específicamente poético y eso demuestra la libertad del autor y la valentía al hacerlo así.
Muchos de sus poemas no llevan título, otros pocos sí. Son los menos.

Ese mal hombre parece ser un hombre desarraigado (p.16):

“desgraciado el que tiene
condenas por cumplir”

Un hombre de aquí o de allí  que sólo a veces echa raíces, forjado a experiencias que le dejan huella (p.19):

“y a la mierda y termino el amor
que me ha hecho lo que soy”

Y al que cierta sorna parece definirle (p.20):

“y sobre todo no os quitéis el sombrero,
así cogí mi último
puto resfriado”

Las sentencias caen como losas (p.21):

“La traición es la única
que me hace sentir humano”

Y también en (p.25):

“que toda mi huida fue solamente
la forma que escogí de morir poco a poco”

Las vicisitudes le hacen perder la esperanza, como a todos (p.27):

“Disculpar a dios por ser un bastardo”

A veces la amargura, la realidad parece indicar un cierto determinismo y la monotonía resalta la desazón. La poesía no es aquí un canto a la belleza, más bien una descripción de la cruel realidad (p.34). Por eso el autor parece burlarse de la inocencia de Bécquer:

“¿Que qué es poesía?
Y qué más da,
¿acaso va a pagar nuestra hipoteca a la vida?”

Pero la realidad no está exenta de reflexión (p.36):

“nunca confíes en alguien
que ha profanado sus sueños”

Y al final no encontrar consuelo alguno en ese camino (p.46):

“Bendito seas dios,
más barato que una puta”

El libro desemboca en un epílogo en el que uno capta a pesar de lo vivido que todo lo humano no le es ajeno.