lunes, 14 de junio de 2010

KANIKOSEN. EL PESQUERO DE TAKIJI KOBAYASHI




Kanikosen. El pesquero
Takiji Kobayashi
Ed. Ático de los Libros, 2010.
Traducción de Shizuko Ono y Jordi Juste.
Precio: 15 euros
152 páginas.



Ahora que voluntariamente todo se confunde, ahora que no encontramos diferencias entre lo que se dice desde la izquierda o desde la derecha, ahora que empezamos a ver la ruina de lo que tantos años ha costado crear, probablemente Kanikosen, el pequeño libro de Tajiki Kobayashi, sea una forma de ir a los orígenes, de entender el principio que es casi como entender el proceso. No es extraño, por tanto, que en Japón haya sido uno de los libros más vendidos en el año 2008. Ahora que ya, incluso en la economía, no hay verdades absolutas, los japoneses debieron ver en este libro el inicio de algunos de sus problemas económicos. Sin embargo, a alguien le parecerá extraño que un libro escrito en 1929 cobre protagonismo. Es evidente, y nos lo dicen los especialistas, que la economía es cíclica. Para desgracia nuestra, la historia también parece serlo y no deja de tener una mueca de ironía. La historia que narra Kanikosen es la de un pesquero, el Hakko Maru, en aguas de Kamchatka. El relato de la explotación y deshumanización de estos obreros, de estos pescadores … No sorprende pues que los japoneses de hoy, en la hora de la crisis mundial, se vean reflejados en esos otros japoneses de los años veinte, porque sus miserias son la continuación de las de aquellos.



Kanikosen es un gran libro, un libro concienciador, un libro aguerrido y crítico con la realidad, partícipe de la literatura de denuncia. No alejado de otras realidades descritas sobre la revolución industrial en palabras de Dickens, no lejos a las explicaciones de las huelgas en EE.UU contadas por Jack London en Martin Eden y en algunos otros de sus libros.



Kanikosen también nos reconcilia con el género humano. Con su capacidad de lucha contra la injusticia, con su visión del mundo…



La misma vida azarosa que llevó el protagonista –qué estupendo es que Ático de los Libros haya incluido ese posfacio final con la vida del autor- hasta ser asesinado por la propia policía japonesa tras un brutal interrogatorio por su militancia en el partido comunista.



Vamos a ver algunas de las perlas que se encuentran en Kanikosen:
(p.33)”Cuando el capitalismo ya no podía obtener más beneficios, cuando bajaba el interés y había exceso de capital, hacían literalmente lo que hiciera falta en cualquier lugar: buscaban desesperadamente cualquier salida”.



Esta es la visión que tiene el patrón de sus trabajadores:
(p 42) “-¿Qué son para ti las vidas humanas? (…)
-¡Pero hombre! Es que Asakawa nunca ha pensado que vosotros seáis humanos”
Y otra:
“Perder cinco o seis cuerpos no tiene ninguna importancia pero sería una lástima perder el bote”(p.44)



Y algo sobre las condiciones de vida de los obreros:
(p.72)” Algunos se metían los piojos en la boca y los hacían crujir con los dientes delanteros, o los aplastaban con las uñas de los pulgares hasta que se les teñían de rojo”
Y otro ejemplo más:
(p.79)”Al día siguiente, cuando los obreros bajaron a la factoría, vieron al estudiante del día anterior atado a la columna de un torno. Tenía el cuello doblado sobre el pecho igual que un pollo desnucado. (…) llevaba un cartón escrito a mano con una letra que era claramente la del patrón: Éste es un traidor que se hace pasar por enfermo. Está prohibido desatarle la cuerda”.



Qué mejor que sumergirse en las aguas de Kamchatka a bordo del Hakko Maru. Lean Kanikosen, el pesquero y reflexionen. Hace falta, mucha falta.

jueves, 10 de junio de 2010

VERSOS ANORMALES DE JORGE LARENA CASTEJÓN.


Versos anormales
Jorge Larena Castejón
Mandala Y Lápiz cero, 2010
85 pp
12 euros.

A Jorge Larena le conocíamos en su faceta de novelista -Sombras de otoño, Las tablas de Agartha- pero no en su faceta de poeta. Así nos encontramos con estos Versos anormales. Versos que tienen dos características fundamentales: simplicidad y sinceridad. Jorge Larena es un fiel seguidor de la tradición lírica popular, pero reconvertida a sus propósitos. Versos anormales es algo así como un mapa de vida, una carta de navegación para vivir sin perderse. Es un resumen de cómo concibe el mundo el autor. E, incluso, y espero que no se moleste, es algo así como un libro de autoayuda convertido en poemario. Un libro de autoayuda que se aplica el autor y que deja escrito por si a alguien le pudiera servir.

Los versos de Jorge son versos limpios, directos, versos que huyen de lo rebuscado, del artificio, de la metáfora. Son versos para ser entendidos incluso por aquellos que habitualmente no se acercan a la lírica. Este hecho lo agradecerán especialmente los alérgicos a la poesía y mucho menos los lectores habituales de este género.

Jorge Larena diseña un mapa en donde cabe desde la realidad más cercana de los telediarios hasta los sentimientos más íntimos y personales. Si me dejan escoger, a mí me llega mucho más su verso certero, casi afilado como el corte de un bisturí, cuando habla de la realidad social: consumismo, pérdida de valores, capitalismo, etc... Es donde sale la parte más combativa del autor. Otros preferirán la parte más sentimental que unas veces adopta la voz del hombre que explica su experiencia y otras se convierte en una suerte de gurú, papel en el que Jorge Larena parece sentirse cómodo.

Los poemas, de métrica irregular, desnudos de artificios retóricos si exceptuamos las repeticiones en todas sus formas (anáforas, reiteraciones...) como si el poeta deseara dejar constancia de la necesidad de que sus palabras permanezcan. No sabe uno si la pretensión es que queden en los lectores o también en el propio autor, en esa suerte de doble papel que adopta, de doble voz que aparece en todo el poemario.

Hay algunas palabras que obsesivamente se repiten durante todo el libro: Amor, esperanza. Deben ser palabras milagrosas, algo así como eslabones de lo que el autor mismo llama “versos curativos”. Esperanza en mayúscula y esperanza en minúscula. Ambas. Piezas de un tablero del mundo que Jorge Larena construye.

Estos son algunos de los versos de Jorge que me han llegado especialmente:


“Corren malos tiempos para los ciudadanos
tiempos para
caminar entre los escombros de la ética
pensar es casi un rasgo de locura” (p.16)

Algo un poco más íntimo:

“Estoy viviendo horas de preguntas
horas sin tiempo
horas de incógnitas.” (p.31)

Y otro:

“como un pespunte
en algún rasguño de mi alma
las cicatrices guardan memoria” (p.40)

Leer estos poemas de Jorge Larena es también aventar algunos recuerdos de Bécquer, de Benedetti, de Neruda. Busquémoslos.

lunes, 7 de junio de 2010

LA NATURALEZA DE UN CRIMEN DE JOSEPH CONRAD Y F.MADOX FORD.




La naturaleza de un crimen
Joseph Conrad y Ford Madox Ford
Ed. El Olivo Azul, 2010
80 pp
14 euros

La naturaleza de un crimen es un libro escrito a dos manos por Joseph Conrad y Ford Madox Ford. Una propuesta del primero al segundo, pues aunque ahora consideramos más importante a Conrad, en su momento era quizá más conocido Madox Ford. De Conrad no hace falta mencionar sus grandes novelas: Lord Jim, El corazón de las tinieblas, Nostromo, El agente secreto, etc. Hace unos días también reseñábamos otra de sus obras menos conocidas: El final de la cuerda. De Madox Ford destaca especialmente El buen soldado y El final del desfile.


Fue Conrad quien propuso a Madox Ford hacer una novela a dos manos. En realidad fueron tres, ésta y dos novelas más: Los herederos y Romance. Si bien el libro no deja de ser una obra menor, es curioso saber que Conrad no la incluyó en la lista de la totalidad de sus obras, quizá no contento con el contenido final. E, incluso, en el prólogo, Madox Ford confiesa haber olvidado la existencia de La naturaleza de un crimen.

Es significativo leer uno tras de otro los prólogos sucesivos de los dos autores y ver de qué modo se escribió La naturaleza de un crimen. Incluso cómo los mismos hechos son descritos de forma diferente. La supuesta colaboración en uno se convierte en pequeños conflictos contados por el otro.

El planteamiento de La naturaleza de un crimen se basa en una larga confesión, la del criminal que admite su pecado. En esa larga confesión en forma de carta a su amada, mujer casada con otro hombre, el protagonista cuenta su crimen y, al mismo tiempo, descubre lo peor de sí mismo a la persona que quiere. Viéndose acorralado, y en un desenlace lamentablemente seguro e inevitable, pone en manos de su amante la verdad de sus pensamientos y vida. El modo en que se apoderó de la fortuna de su amigo siendo él albacea y de qué forma adquirió riquezas y fama.

Si bien la forma de plantear la narración como largo ejercicio de retórica continúa una larga tradición literaria, a veces lastra el contenido. La primera parte se lee con rapidez. Hacia la mitad, la retórica espesa un poco la narración. El final toma un giro que resulta un tanto precipitado. No sabremos nunca si fue por alguna de estas razones por las que Conrad despreció su pequeña obra. Siempre nos quedará la duda del motivo.

A través de las páginas de La naturaleza de un crimen cobran vida algunos temas de rabiosa actualidad. Una muestra: “… no es éste un tiempo de grandes hazañas sino de gigantescas operaciones especulativas”(p.24). Un ejemplo de que mucho de lo que vivimos proviene del pasado, por lo que nunca viene mal releer a los grandes, en este caso a Madox Ford y a Conrad. Y, a pesar del desenlace, recomiendo encarecidamente leer entre líneas el capítulo final, descubriremos un sibilino razonamiento merecedor de nuestra mayor atención.