domingo, 2 de febrero de 2014

UNA MIRADA AL ABSURDO DE INMA ARRABAL



Una mirada al absurdo
Inma Arrabal
Ed. Huerga y Fierro, 2013
57 pp.
12 euros.

A veces es un ejercicio necesario, casi, hasta sano. Pararse un momento y contemplarnos a nosotros mismos. Contemplar lo absurdo del mundo que hemos creado y también lo absurdo del mundo que nos rodea. Y que esta visión, cuasi sanadora, nos sirva para analizar. Eso es lo que hace Inma Arrabal en su poemario Una mirada al absurdo.

En el primer poema, que lleva el mismo título que el libro, ya nos habla con claridad del absurdo que nos rodea (p14):

“Es importante tener un auto deportivo,
tarjetas de crédito, un móvil en la mano.
Permiten parecer lo que no eres”

Todas esas cosas que conforman nuestro mundo y que si nos paramos un momento observamos que son parte “del absurdo cotidiano para devorarnos” (p.19).

Dice Santiago Tena en su prólogo que algunas páginas del libro contienen mucho de la atmósfera negra de la obra Plenilunio de Antonio Muñoz Molina. Y aclara Joan-Ignasi Ortuño, en la solapa delantera, que hay mucho de “injusticia, desamor, soledad, ausencia, rutina, vejez, pérdidas, enfermedad, muerte” que sirven a la autora como disparadero para escribir y a la vez exortizar los malos augurios. Algunos de esos sentimientos y temas ya los hemos visto y leído en otros poemarios de Inma Arrabal: Cruzar el umbral o La poesía es una enfermedad cardiovascular, libros ya reseñados aquí.

Es ya todo un propósito que el libro tenga tres partes: Necesidades estúpidas, Miradas dulces y La fe perdida.

Y dentro de ese absurdo del que hablábamos no hay forma de darse cuenta de que nosotros mismos estamos ahí, hasta que nos paramos a pensar (p.22):

“A veces creo que soy invisible,
y lo peor no es que nadie me vea,
sino que ni siquiera se dan cuenta”

En esa paradoja andamos metidos mientras vivimos. Y es entonces también cuando sobreviene la rutina (p.25):

“Si me aceptas como una costumbre
rutinaria y vacía,
quizá,entonces, pueda odiare cariñosamente.”

Y nos preguntamos, y se pregunta la autora (p.31):

“¿Qué finalidad tiene pisar y que nos pisen?”

Desentraña aquí también una cierta temática social muy acorde a los tiempos que vivimos. Y se pregunta sobre la sociedad podrida en la que transitamos y afirma con rotundidad (p.42):

“Las caretas que llevamos puestas
aprisionando bocas
y escondiendo sentimientos,
dejan escapar, tan solo, envidia
y miradas hipócritas”

Y, a veces, queda poco espacio para la esperanza “pero no se puede vivir siempre con la pena” (p. 49). Así sirviéndose del absurdo también nos dice (p.50):

“Y buscaremos palabras nuevas
Para volver a decir, otra vez, lo mismo…”

Es así un buen momento para reflexionar sobre nuestro absurdo cotidiano.