miércoles, 13 de febrero de 2013

LAS NOVELAS TONTAS DE CIERTAS DAMAS NOVELISTAS DE GEORGE ELIOT




Las novelas tontas de ciertas damas novelistas
George Eliot
Traducción y prólogo de Gabriela Bustelo
Editorial Impedimenta,2012
59 páginas
12,50 euros

George Eliot era el pseudónimo de Mary Anne Evans (1819-1880). Fue una de las grandes figuras de la narrativa inglesa. Usó un nombre masculino para que su obra fuera tomada en serio ya que pocas escritoras escribían con sus verdaderos nombres, aunque había excepciones: las hermanas Brontë.  Por otro lado también quiso evitar el escándalo que suponía mantener una relación extramatrimonial con el periodista George H.  Lewes que duró desde 1854 a 1878, fecha en que falleció.

Las novelas tontas de ciertas damas novelistas es un pequeño ensayo de George Eliot sobre la novela tonta (o rosa) y empieza así: “El género de las Novelas Tontas Escritas por Mujeres tiene muchas subespecies que, según la calidad concreta de la tontería que predomine en ellas, pueden ser superficiales, prosaicas, beatas o pedantes. Pero la amalgama de todas estas subespecies  variopintas produce un género-basado en la fatuidad femenina – donde pueden incluirse la mayoría de estas novelas, que podríamos llamar del estilo de “artimaña y confección” (pág. 15)”. Toda una declaración de intenciones.

A partir de aquí pone varios ejemplos de novelas tontas teniendo en cuenta las subespecies referidas en el primer párrafo del ensayo, aunque nos indica el título pero no el nombre  de las autoras.  Según explica la prologuista y traductora, Gabriela Bustelo,  estas novelas son objeto de estudio en los cursos de escritura en Inglaterra.

Comienza hablando sobre  Compensación, una novela de “artimaña y confección”. No tiene desperdicio el diálogo de una niña de cuatro años con su madre. Eliot acaba el texto haciendo la siguiente reflexión: “No sorprende descubrir que este portento infantil, cuyos síntomas tienen un preocupante parecido con los de una adolescencia anulada por la ginebra, desciende de una madre que también es un verdadero fénix” (pág. 21).

La siguiente novela sería Laura Gay, seguiría Rango y belleza, El enigma: un fragmento de las crónicas de la Casa Wolchorley, La vieja iglesia gris y Adonías, un relato de la diáspora judía.

Es una lástima que no sepamos el nombre de las autoras de estas novelas. He intentado buscar información a través de internet  pero no he encontrado ninguna referencia sobre ellas. Creo que si la prologuista tenía esta información habría sido estupendo compartirla con los lectores de este ensayo.

En Las novelas tontas de ciertas damas novelistas  hay párrafos realmente demoledores. He aquí una muestra:
“Las novelas tontas transcurren casi todas en el entorno de una alta sociedad de enorme elegancia. Pensábamos que las mujeres necesitadas se hacían novelistas, como se hacen institutrices, porque ambas ocupaciones permiten ganarse el pan de un modo bien visto por la sociedad (…). Bajo la mala literatura había un estómago vacío; bajo la tontuna, un mar de lágrimas” (pág. 18).

Haciendo referencia a El enigma, “Si, tal como se acepta universalmente desde hace tiempo, una gran preparación cultural no hace sabio a un hombre, una preparación cultural mínima basta para hacer sabia a una mujer. Y la modalidad más traviesa de la tontería femenina es la modalidad literaria, porque tiende a confirmar el prejuicio popular contra una educación femenina más sólida” (pág. 43).O, “el intelecto medio de las mujeres está mal representado por el grueso de la literatura femenina, pues las pocas autoras que escriben bien están muy por encima del nivel intelectual de las mujeres en general, pero las numerosas autoras que escriben mal están muy por debajo” (pág. 56).Otras novelas hacen alusión a este tema. Podemos encontrar un párrafo en la novela Unos ojos azules  del escritor Thomas Hardy (1840-1928), que coincidió en el tiempo con la Sra. Eliot, en el cual la protagonista, Elfride Swancourt, ha escrito una novela y cuando su madrastra se entera de que no tiene intención de publicarla le dice lo siguiente: “Pamplinas, hija mía. Publícala, sea como sea. Todas las señoras lo hacen hoy en día; no para ganar dinero, como puedes imaginar, sino como garantía de que sus futuros maridos las respetarán intelectualmente” (pág. 160. Editorial de Debolsillo, febrero 2010).

Actualmente podríamos decir que las novelas tontas serían las denominadas chick-lit, por ejemplo,  El diario de Bridget Jones (Helen Fielding) o cualquier título de Marian Keyes o lo que es lo mismo, cualquier libro de cualquier escritora de las sagas de los señores  de las tierras altas de Escocia, los Highlanders, hombres guapísimos, feroces guerreros y que se vuelven tiernos cuando conocen a la mujer más joven y  bella  del mundo y, sobre todo, virgen y sexualmente muy activa y que, pese a que han luchado a muerte por salvar a la heroína, huelen a lavanda.  No sé qué pensaría la señora Eliot al respecto si leyera una de estas novelas.

Me quedo con la frase que dice Cristina Armiñana, referida en el prólogo, al respecto de la novela rosa y esto se puede aplicar en las novelas de todos los tiempos: “Las mujeres buscan hombres que aún no existen. Los hombres buscan mujeres que ya no quedan. Y las novelas románticas hacen realidad ambos sueños”. Sobran las palabras.

George Eliot debió de causar mucho revuelo en su época al publicar este ensayo, sobre todo si las autoras eran conocidas.


martes, 5 de febrero de 2013

LA SEÑORITA DASHWOOD DE ELISABETH TAYLOR



La señorita Dashwood
Elizabeth Taylor
Traducción: Claudia Casanova
Ático de los Libros, 2012.
250 páginas
18,50 euros

Elizabeth Taylor (1912-1975) fue una importante pero poco conocida escritora inglesa. Su nombre real era Dorothy Betty Coles pero como no le gustaba lo cambió por Elizabeth. En 1924 se casó con Kendall Taylor lo que le llevó a llamarse Elizabeth Taylor, coincidencia con la actriz y que le ocasionó más de un problema.  Curiosamente, si buscamos información acerca de la autora en la wikipedia aparece primero  la actriz. Hay una aclaración respecto a la autora (Elizabeth Taylor –escritora-).

En sus inicios trabajó como institutriz y en una biblioteca, esto se reflejará en su obra, por ejemplo en La señorita Daswood. Fue una persona muy discreta, modesta y con ideología de izquierdas. Ático de los libros la ha recuperado del olvido.

La señorita Daswood fue editada en 1946 y  nos cuenta la historia de Cassandra Daswood, una joven que, a la muerte de su padre, decide ser institutriz. Se instala en Cropthorne Manor y será la encargada de educar a Sophy, la hija del dueño de la mansión, Marion Vanbrugh, un hombre viudo, distante, amante de la literatura griega y con pocas ganas de hacer reformas en la destartalada mansión. Cassandra se enamorará de él desde el primer momento en que lo ve (“Antes de verle o hablar con él, había decidido amarle, como una institutriz en una novela”, pág. 236).

La señorita Daswood es una novela de amor de entreguerras en la que todos los personajes tienen una fuerza arrolladora, bien por su pasado, por la convivencia entre ellos o por la influencia de otras personas que ya no están entre ellos.

 Tom, hermano de Marion, es un pintor atormentado que pasa la mayor parte del día ebrio y que guarda un importante secreto. Margaret Osborne, prima de ambos, es médico, está embarazada y tiene apetito desmesurado. Posee un carácter bastante irascible. La insegura tía Tinty, madre de Margaret, hipocondríaca e incapaz de dirigir la casa. Y Nanny, una antigua niñera, con un carácter muy dominante.

Elizabeth Taylor hace referencia en esta novela a diferentes obras victorianas ya sea con títulos o con personajes de alguna de ellas: Algunos de los personajes de La señorita Daswood  van al cine a ver la película Orgullo y prejuicio, o a Tom  se le compara en un momento con Heathcliff, el protagonista de Cumbres Borrascosas ( obra de Emily Brontë).Pero, sobre todo, existe una vida paralela entre la protagonista de La señorita Dashwood y la protagonista  de Jane Eyre ( de Charlotte Brontë): ambas son huérfanas. Jane Eyre pierde a sus padres de niña y Cassandra pierde a su padre siendo una muchacha joven.
Ambas son institutrices y sus pupilas son niñas difíciles: Jane Eyre es la institutriz de Adela Varens, una niña superficial y tontorrona y Cassandra es la institutriz de Sophy, una niña inteligente y mordaz.
Ambas se enamoran de los tutores de las niñas: Jane Eyre del Sr. Rocherster y Cassandra del Sr. Marion Vanbrugh, y, a su vez, estos protagonistas masculinos llevan tras de sí un pasado con otra mujer. Por otro lado,  tanto Jane Eyre como Cassandra sufren un contratiempo que les llevará a separarse de ellos súbitamente.

En La señorita Daswood hay una clara influencia de Jane Austen.  El apellido de Cassandra es Daswood, como las protagonistas de Sentido y sensibilidad. De hecho, Cassandra es soñadora como Marianne Dashwood y ha leído muchas novelas, como Catherine Morland, la protagonista de La abadía de Northanger, durante su adolescencia. La señorita Daswood comienza: “Cassandra, gracias a todas las novelas que había leído, estaba segura de experimentar las emociones adecuadas…” (pág.9). En La abadía de Northanger, Catherine “leyó cuantas obras deben leerse para abastecer la memoria de esas citas tan prácticas y tranquilizadoras que resultan en las vicisitudes de una vida agitada” (pág. 12  en Alba Minus).

He disfrutado enormemente la lectura de esta recomendable novela. En esta época del año donde las inclemencias del tiempo nos dejan en casa más de un día es el momento idóneo para leer una novela de amor donde la ñoñería no tiene cabida. Espero que Ático de los libros nos deleite con otras obras de esta gran escritora.