lunes, 25 de julio de 2011

DELITO DE SILENCIO DE FEDERICO MAYOR ZARAGOZA



Delito de silencio
Federico Mayor Zaragoza
Ed.Comanegra, 2011
35 pp
3 euros 
Múltiples son las publicaciones que están naciendo al amparo del 15 M y que casi constituyen un tipo de narrativa que podríamos denominar “narrativa de la indignación”. Al libro de Hessel, ¡Indignaos! le han seguido otros como este de Federico Mayor Zaragoza.
Si bien Delito de silencio adopta la apariencia de panfleto por su longitud y por su contenido, es cierto que profundiza un poco más en la raíz de la indignación de lo que lo hace el texto de Hessel y se muestra como algo más que un instrumento de agitpro.
Ambos, sin embargo, tienen un punto de partida común: La declaración universal de los derechos humanos. No es, sin embargo, Delito de silencio, un manual para ponerse en acción, en cambio sí es un inventario sucinto de algunas de las causas para ponerse en acción.
En el prólogo destaca el autor una de las razones por las que ahora tenemos capacidad para indignarnos: poseer la tecnología suficiente para la intercomunicación y el envío de mensajes a cualquier parte del mundo.
El principio de la indignación parte de una tendencia que se ha ido consolidando: la especulación y el reinado del mercado han usurpado el poder a las democracias del mundo que se encuentran a los pies de las oligarquías financieras.
Con un lenguaje relativamente asequible y haciendo acopio de razones, Mayor Zaragoza profundiza en los sentimientos de indignación y propone algunas alternativas. En este sentido el autor da un paso más a la simple constatación de la realidad y a la llamada a la indignación.
El libro de Zaragoza pretende ser una reflexión breve pero atinada de la incapacidad del mundo para seguir una serie de directrices erróneas que nos acabarán llevando al desastre económico,ecológico,cultural y social.
Para la revuelta que propone el autor se alía con S. Hessel para pedir una indignación sin violencia.
Una de las denuncias que hace Mayor Zaragoza es la tendencia a sustituir la autoridad mundial, que son las Naciones Unidas, por grupúsculos de poder llamados G 8 o G 9 o G 20.
También reivindica la necesidad de que los ciudadanos ejerzamos como tales y que no seamos simples súbditos.
Se pregunta Mayor Zaragoza si el mundo tiene arreglo y, a continuación, da una serie de recetas para salir de este caos actual.
El libro termina con un escrito del autor a modo de poema en donde apela a que no guardemos silencio. No seamos cómplices del Delito de silencio.

lunes, 18 de julio de 2011

LA CAJA DE MADERA DE ROBERT FORNÉS



La caja de madera
Robert Fornés
Edición del autor, 2011
126 pp.
12 euros



No había tenido ocasión de leer nada de Robert Fornés, y, lo cierto, es que su descubrimiento me ha parecido satisfactorio. Su libro La caja de madera es un extraño compendio de relatos de diverso corte entre los que resaltan por un lado los de tipo social y por el otro los de género negro.

En principio tanta variedad podría dificultar su lectura pero no es así porque en todos ellos hay un nexo de unión: en cada uno de los relatos hay, como mínimo, un asesinato. Y ahora se entiende el motivo del título.

Dicho esto nos encontrarnos ante un libro variopinto que bucea en multitud de géneros y variables, partiendo muchas veces del género negro.

Hay género fantástico en Números, extraño relato de coincidencias y recovecos. Y también en Shamat donde Fornés parece emular la partida de ajedrez de la película de Ingmar Bergman, El séptimos sello. Vida y muerte se dan cita ante un tablero de ajedrez con final incierto, y que recuerda levemente al libro de Stephan Zweig, El jugador de ajedrez.

También se atreve con la Ciencia Ficción en el relato El tránsito inverso de las agujas del reloj, que tiene algo de H.G.Wells y su La máquina del tiempo, o más recientemente de la novela de Félix J. Palma, El mapa del tiempo.

La narración de Fornés es una narración fluida que suele desembocar en un final inesperado y que huye, en general, de los tópicos y del final fácil.

Tiene la prosa de Fornés un difícil equilibrio entre lo clásico y lo moderno. En los relatos de género negro hay algo de los clásicos, de Poe, pero también de Pérez Reverte o de Montero González -la figura de Charolito de Sed de Champán- y de libros que uno ha leído últimamente emparentados con el género negro y el canallismo, como las antologías El nudo en la garganta, editada por Trama editorial el año pasado, o más recientemente la de la editorial Baladí, La banda de los corazones sucios, editada este año. Eso muestra la pujanza de todo lo que significa el género negro.

Profundizando, uno se apercibe, en los relatos más canallescos, por la querencia del autor por cierta escatología y por las muertes sucias.

Cabe destacar su vocabulario preciso y adecuado a cada situación, desde el lenguaje culto al trasfondo de la delincuencia.

Sin embargo, sería injusto no destacar también una faz social en la literatura de Fornés. Al autor también le preocupa el tiempo que le ha tocado vivir y lo que ocurre a su alrededor y su mirada se dirige hacia temas que nos rodean, e incluso, que rodean y enmarcan las noticias de sucesos tan comunes en nuestra época y en nuestras televisiones: la pederastia, la pobreza, la obesidad o los malos tratos junto con otros encontronazos que nuestra sociedad proporciona: los celos –los crímenes pasionales como antes se denominaban-, la venganza o el trasfondo guerracivilista.

No es el libro de Robert Fornés un libro para la tranquilidad y la contemplación o sea que el amante de la literatura ñoña, sin sensaciones ni sobresaltos, no se sentirá contento con su lectura. Es más bien una literatura desasosegante, de las que remueve por dentro. Tras una prosa suave siempre se esconde algo sucio, algo negro, algo siniestro, como la vida misma.

Recomiendo especialmente la lectura de Números -relato ya premiado- por lo desasosegador, por lo obsesionante, por lo sorpresivo. No olvidemos que una buena parte de la literatura se nutre del conflicto, y por eso, por ese conflicto, los relatos de Fornés son absolutamente aconsejables.

lunes, 11 de julio de 2011

¡INDIGNAOS! DE STÉPHANE HESSEL



¡Indignaos!
Stéphane Hessel
Traducción de Telmo Moreno Lanaspa
Prólogo de José Luis Sampedro
Ed. Destino, 2011
60 pp
5 euros. 

Que un anciano venerable de noventa y cuatro años y francés estuviera dándose baños de agua de mar en la Costa azul sería lo más normal del mundo, pero Stéphane Hessel debe ser de otra pasta, porque, en lugar de hacer esto nos pide que nos indignemos ante la situación actual del mundo. Y es muy difícil llevarle la contraria. Primero por la edad que tiene y segundo porque con su historial lo mínimo que podemos hacer es escucharle. Hessel es el paradigma de implicación y lucha. Estuvo en la Resistencia Francesa contra el nazismo, colaboró en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue diplomático y, últimamente, se ha convertido en inagotable luchador de la causa palestina. Con todo ese historial debemos escucharle.

Muy mal debe de estar el mundo para que este anciano venerable venga a decirnos qué debemos hacer, o, como mínimo, que no estemos sentados en los sillones de nuestras casas. (Tranquilo majete en tu sillón).

El libro ¡Indignaos! de S.Hessel tiene un prólogo de José Luis Sampedro, otro anciano venerable de edad similar que en lugar de estar en la playa de la Malvarrosa se le ocurre seguir escribiendo críticamente sobre el tiempo que le ha tocado vivir. El prólogo de Sampedro es un prodigio de lucidez en cuatro palabras. Proclama la resistencia contra la dictadura de los mercados y la necesidad de actuar.

Si alguien espera encontrar en ¡Indignaos! recetas para salir de la crisis se estará equivocando. El librito es más bien un panfleto, a modo de El manifiesto comunista, salvando las distancias, para que nos pongamos en marcha. Contiene un cúmulo de razones y motivos para actuar, para que procuremos mejorar esta época en la que nos ha tocado vivir.

¡Indignaos! ha sido un éxito de ventas en Francia y también en España. Precisamente, el hecho de que parta de la experiencia francesa, hay momentos en que nos aleja de nuestra propia realidad, pero, debido a su brevedad, el libro pasa en apenas un suspiro.

Algunas ideas que contiene son: El interés general debería primar sobre los intereses particulares, en el mundo del trabajo y en el del dinero. Nunca ha habido tanta voracidad por parte del mundo financiero que es el que está llevando al desastre el sistema capitalista. Los mercados financieros acaban con la existencia de la propia democracia, dado que los gobiernos que elegimos están al servicio de dichos mercados pero nadie elige a los que mandan en  ellos.

S.Hessel hace una proclama para releer la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la que fue redactor.

También hay un capítulo dedicado a la indignación que nos provoca la impunidad del ejército israelí en los territorios palestinos.

Sin embargo, Hessel proclama una insurrección pacífica. No en vano se pronunció en contra del uso de la violencia en las pasadas acciones del movimiento 15 M en España. También denuncia la perversión de llamar terrorismo a la actitud beligerante en el conflicto palestino. Añade que esa consideración que partió del estado de Israel se está extendiendo en el mundo e, incluso, se ha podido ver en España al respecto de las últimas manifestaciones de indignados y en donde las diversas policías no han entendido que no podían ejercer violencia contra una actitud pacífica activa.

El libro acaba con un lúcido: Crear es resistir. Resistir es crear.

Como colofón decir que ha sido tal el éxito de su publicación que sus editores franceses ya se atribuyen su influencia en el movimiento 15 M español. A este libro han seguido otros tantos sobre el mismo tema, uno de ellos es ¡Comprometeos! del propio. S. Hessel. También Delito de silencio de Federico Mayor Zaragoza y otros tantos escritos por José Luis Sampedro y otros intelectuales y escritores.

¡Indignaos! es un libro que sin decir gran cosa  y con su fácil exposición resulta importante para entender cómo se ha llegado a esta situación de alejamiento entre los gobiernos del mundo y sus ciudadanos.
Así pues que cada uno exprese su grado de indignación