¡Comprometeos!
Stéphane Hessel
Ed. Destino, Imago Mundi, 2011.
Traducción de Rosa Alapont
95 pp
7,5 euros
¡Comprometeos! nace a rebufo del sorprendente éxito conseguido con ¡Indignaos! Sin embargo si podemos perdonar hasta cierto punto la escasa elaboración del contenido intelectual en ¡Indignaos!, resulta cuanto menos decepcionante esta segunda parte.
Este segundo libro toma forma de una larga entrevista de Gilles Vanderpooten a Hessel, pero en definitiva no aporta mucho más a lo ya dicho. Pese a que el libro tiene novena y cinco páginas, realmente el contenido de la entrevista abarca tan solo desde la veintiuno a la setenta y nueve.
Las primeras hojas son un prólogo de los autores. A continuación una biografía de Hessel, por si no sabíamos quién era (cómo no lo íbamos a saber si probablemente el lector de esta segunda parte ya había leído la primera). Luego, la entrevista dividida a su vez en ocho partes.
Vamos a comentar algunas de las ideas que se desarrollan, previniendo de las obviedades que contiene el libro. En Resistencias contemporáneas se parte de la idea de la distancia entre los políticos y los ciudadanos, en especial de los jóvenes. Seguidamente aparece un segundo apartado sobre una palabra gurú en el siglo XXI: sostenibilidad. Llegamos a la conclusión de que es preciso romper con el pensamiento productivista (p.39). La tercera parte continúa con la ecología. Al autor le sorprende que en la Declaración Universal de los Derechos Humanos no aparezca la palabra Tierra (a pesar de ello las páginas 83 a 95 la contienen). Prosigue con la ecología y la necesidad de crear un organismo internacional que se ocupe del medio ambiente. La parte quinta habla de la crisis y de las instituciones internacionales. Un par de ideas interesantes sobre la falta de un gobierno mundial y sobre el peligro de la desregulación total. El siguiente apartado se dedica a la construcción de alternativas. Los capítulos finales ahondan en el mismo punto y en la transmisión a futuras generaciones.
No dejo de pensar, tras la lectura del texto, la gran candidez del mismo. Muchos encontrarán –yo entre ellos- que en el mundo actual se han roto las reglas que permiten entender la globalidad con tanta inocencia debido al grado de crueldad con que los gobiernos diversos se emplean contra sus poblaciones indignadas, siendo indistinto el hecho de que hablemos de un país democrático o no, puesto que lo único que diferencia a unos de otros es el grado de violencia desplegado ante las protestas, con la hipocresía añadida de que el mundo occidental acepta de buen grado las protestas en África y Asia y escasamente en sus territorios, como ocurre en España.
También da la impresión de situarse Hessel demasiado cerca de los integrados que diría Umberto Eco (Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas), en lugar del lado de los apocalípticos. A veces sería preferible tomar una cierta distancia respecto de los primeros.
Parece que el autor afirma, pero no sé si asume, que estamos ante la primera generación que puede llegar a vivir peor que su predecesora. Hay demasiada confianza y optimismo en el futuro. El mundo no nos está regalando demasiado para ser tan optimistas.
Por otro lado obsesionarse con volver a la Declaración de los Derechos del Hombre no es excesivamente útil debido a los incumplimientos diarios que se observan en todos los países más de cincuenta años después de su proclamación. Es necesario ser muy exigente y avanzar mucho más.
Como conclusión final advertir que los libros de Hessel, ¡Indignaos! y ¡Comprometeos!, quizá sean buenos para saber de dónde venimos pero se quedan bastante cojos cuando nos interrogamos sobre hacia dónde vamos.
No leí el primero. Por descontado no leeré el segundo.
ResponderEliminarA mí estos manuales de autoayuda me dan una grima que para qué las prisas.
Y en todo caso y francamente; si se quiere indignar de verdad que se va a ayudar a Somalia. Desde el sofá es facilísimo.
Me pregunto cuántos indignados dólares estará ganando con la publicidad de los ingenuos.