Días de fuego en La
Habana
Damián Patón
Ed-Bohodón, 2012
144 pp.
14 euros (formato ebook: 7 euros)
Había tenido la oportunidad de leer algunos trabajos de
Damián Patón (1963), pero, probablemente, Días
de fuego en La Habana es la obra más redonda que he leído de él. Una serie
de personajes con turbias vidas buscan lejos de su hogar la paz que no hallan
en su lugar habitual. Lamentablemente no son del todo conscientes de que el
infierno siempre viaja con ellos. Los personajes que diseña Damián son
desarraigados de su propia vida, envueltos en miserias personales y morales.
También se caracterizan por su incapacidad para asumir su rol sexual. Uno de
los puntos fundamentales de la novela son los diálogos. Casi siempre certeros y creíbles. Probablemente el punto más
discutible y opinable lo da el narrador. Quizá un narrador ideologizado. A
veces se unen las opiniones del autor que aparecen en boca del narrador, otras
los personajes se conducen por una senda marcada. Sin embargo la novela tiene
destacables elementos de la literatura de género negro a las que se añaden un
interés en profundizar en el perfil psicológico de los personajes. Moisés
Clavijo (¿el nombre ha sido elegido por el autor para emparentarlo con el drama
de Goethe?), un tipo que huye de sí mismo con el pretexto de escribir un libro
que jamás acierta a empezar. Buscando quizá su propia identidad conoce a Iker Getxo, un personaje envuelto en la
penumbra de la duda sobre su propia condición sexual. Los diálogos entre
estos, su acercamiento, también sus
desencuentros y, por último, su huída a España tras una discusión de calado son
parte del día a día de Moisés en La Habana. También en el camino se entrecruza
el juez Javier Terré, juez de menores que, sin embargo, olvida sus escrúpulos
por un momento para acabar haciendo lo que le condujo a la isla, acostarse con
una jinetera, pero menor de edad. Por último, el teniente Oswaldo, un policía
enamorado de un transexual que se niega a aceptar la realidad de ese enamoramiento.
Todos los perfiles y sus vidas se van entrecruzando. Es magnífica la escena
entre Moisés Clavijo y el juez Javier Terré, cuando el primero va al hotel del
segundo a devolver la cartera que ha encontrado y cómo el segundo, en un alarde
de estupidez y soberbia, se comporta como un imbécil pagado de sí mismo. Buena
ambientación general de la vida y las miserias de la Habana que, sin embargo,
queda oculta por la vida y miserias de los personajes que de fuera vienen y
transitan por esa realidad.
Al final del libro, un hecho viene a enturbiar el normal
desarrollo de la acción. Un hecho que no es baladí para todos los personajes y
tampoco lo es en la más reciente historia de España: el 11 M. Ese
acontecimiento terminará por devolver a todos ellos de una u otra forma a la
realidad de su regreso, cada uno a su madriguera, sin haber resuelto sus
problemas interiores. El diablo sigue viajando con ellos al mismo lugar del que
partieron y con el agravante ahora del desastre que se avecina.
Recomendable libro de este autor para los amantes de los
personajes indefinibles y atormentados y, también, por los que tienen querencia
por el género negro. Días de fuego en La
Habana.
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