Agua dura
Sergi Bellver
Ediciones del Viento, 2013
124 pp
14,50 euros
A Sergi Bellver (1971) lleva preocupándole –y ocupándole- el
relato como género desde hace tiempo. Le hemos conocido como editor en Chéjov comentado –Ed. Nevsky Prospects,
2010, ya reseñado aquí- también como antólogo en Mi madre es un pez –Ed. Libros del Silencio, 2011- y ahora le vemos
publicar su primer libro de relatos, si bien algunos de ellos ya habían
aparecido en otros lugares y el libro ya se había publicado digitalmente.
Agua dura es un libro un tanto oscuro pues los
paisajes oscuros parecen acompañar los textos, tanto como la fotografía de su
portada. Pero muchos de esos paisajes impactantes de la fotografía son también
paisajes duros interiormente. Las entretelas de los protagonistas que pueblan
los relatos de Agua dura son muchas
veces desoladoras, desarraigadas, desesperadas. Son personajes transmutados a
lugares –luego hablaremos de ellos- donde les ha tocado vivir, muchas veces a
su pesar. Allí sobreviven atormentados, recuerdan tiempos pasados o son movidos
a desarrollar unas vidas que parecen incontroladas.
Sergi Bellver es fiel a una forma de escritura que él
ejemplifica en Faulkner, pero también podría citarse a Joseph Conrad, a Robert
Musil o a Jack London o a tantos otros. A Bellver le preocupa la historia.
Contar historias que emocionen, que hagan sentir, que comuniquen, que dejen
huella, que nos impriman. Huye de los experimentos con gaseosa de generaciones
anteriores -de las nocillas, de las escrituras fragmentarias- y de las
posteriores –hipsters literarios-. Reivindica lo que él denomina Nuevo Drama,
un retorno a la escritura que comunica. En este movimiento le acompañan Manuel
Astur, Juan Soto Ivars (también antólogo de Mi madre es un pez) y Francisco Javier Sánchez Ocaña. Agua dura se circunscribe a los
parámetros de este movimiento.
El autor divide el libro en tres partes aunque la primera y
la última sostienen el peso del libro
pues contienen los relatos más largos y también los más conseguidos a mi modo
de ver. Pero el libro bien podría dividirse también en función de los paisajes
en que se desarrollan. Esos lugares, cuando aparecen identificados, marcan la
narración. Otros sin embargo, son espacios inocuos que podrían ser cualquier
sitio.
Personalmente creo que el libro, su columna vertebral, está
sostenido por cuatro o cinco relatos: El
nudo de Koen, Los ojos de Sarah, Pájaros que llegan a Moscú, En la boca del otro e Islandia. Me gusta especialmente Islandia, a pesar de ser el último
relato. El libro así expresado dibuja al principio un in crescendo, luego se
hace meseta para terminar de nuevo creciendo. Deja un buen sabor ese relato
final y el autor, creo, que por eso lo ha situado en último lugar.
El lector avispado también encontrará numerosos homenajes
ocultos en los relatos de Bellver. Homenajes a los autores que le gustan, de
los que ha aprendido, que son sus ejemplos. Unas veces los relatos vienen
antecedidos por una cita. En otras ocasiones el autor se muestra más juguetón.
Obsérvese en El nudo de Koen el
dibujo que hace el texto. K, Koen, King. Bueno, dejo ese análisis para los
mitómanos y los lectores tan juguetones como el autor.
Vuelvo a los textos.
En Los ojos de Sarah,
previa cita de Conrad y de El corazón de
las tinieblas, el conflicto parte de dos hilos que se van a ir uniendo. Por
una parte la búsqueda de alguien y, por otra, un pasado que parece retornar,
mejor, que nunca se ha ido. Una venganza pendiente y los ecos del pasado: los
nazis, Mengele, los judíos, los campos de exterminio y experimentación, etc.
Aquí sin embargo me gusta el itinerario de la búsqueda.
Llego ya a la segunda parte del libro y me llama la atención Pájaros que llegan a Moscú, una historia
de la víctima que se convierte en cazador para sobrevivir. Se le añade el
tiempo presente, en este caso la Rusia post soviética, las mafias, la
corrupción. Destaco el ambiente de los bajos fondos. Es curioso, se me ha
olvidado señalar que Bellver no es un autor dado a grandes descripciones, sin
embargo con breves pinceladas nos quedan algunos de sus paisajes. En este texto
también.
En los relatos más breves de esta segunda parte me pesa más la
sensación final que la narración en sí, probablemente por su brevedad. En La manada, la sorpresa de descubrir a
alguien que hace lo mismo que tú. Algo de lo que te escondes. En Señales de vida, la compulsión y el
ansia de vivir de los que trabajan tan cerca de perder su propia vida. En Deseo de ser Dimitri, el paisaje de la
lucha social tan cercana. En Banana
dream, la ironía sobre la obra de Fernández Mallo (y supongo que de los
nocilleros en general) y, finalmente, en La
muerte de Edmund Blackadder imaginarse la muerte en atentado de un actor
muy conocido por su humor.
La tercera parte contiene tres relatos largos. El primero de
ellos, En la boca del otro, habla de
la lucha por la supervivencia, contra la naturaleza, encarnada por la figura de
un jabalí y contra la colectividad que rodea al protagonista que vive una
existencia semi salvaje. En este caso el autor antecede el relato con una cita
de Umbral pero bien podría haber seguido utilizando a Conrad o a London, pues
la supervivencia es el eje central del relato unida al recuerdo de la madre
fallecida que es la que trastoca el mundo del protagonista.
En Mala hierba,
título que también corresponde a una obra de Baroja, la lucha por la
supervivencia es más la rivalidad, aparentemente estúpida pero que termina
siendo enfermiza, entre dos personas y su desenlace final. Sergi Bellver lleva
hasta el extremo el enfrentamiento larvado entre dos personajes por una causa
trivial que termina por desquiciar a ambos de forma que, aunque hay un
perdedor, los dos pierden toda capacidad de juicio por su estupidez.
Finalmente está Islandia.
De nuevo una relación entre dos hermanos, un espacio lejano, una isla, agua. Y
un conflicto que vuelve al presente. Mucho podría decirse del relato pero
desvelaría el intríngulis de la relación por lo que aconsejo leerlo. Este mismo
texto también se encuentra en el libro Nómadas,
antología de relatos de viaje de varios autores seleccionados por Elías
Gorostiaga.
Más que meritorio resultado en este libro de Sergi Bellver
con historias que gustarán de releer. Descubrir otra faceta del agua y los
mundos y personajes atormentados que diseña el autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario