Los habitantes del
bosque
Thomas Hardy
Traducción y postfacio de Roberto Frías.
Editorial Impedimenta, 2012
452 páginas
19,95 €
Thomas Hardy (1840-1928) nació en
Dorset, lugar que constituiría el estado imaginario de Wessex en el que
ambienta todas sus novelas. Inicialmente trabajó en la construcción ya que su
padre era maestro de obras. Mientras
trabajaba fue escribiendo poesía pero
como no tuvo mucho éxito se dedicó a la
novela. Fue a partir de 1874, y coincidiendo con su primer matrimonio, cuando
ya pudo vivir de la literatura.
Los habitantes del bosque (1887) transcurre en un pueblecito del
condado de Wessex, Hintock, rodeado de
bosques. Sus habitantes viven del comercio de la madera. El hombre más próspero
del pueblo, George Melbury, tiene una preciosa y delicada hija, Grace, a la que
envía fuera del pueblo para recibir una refinada educación.
Cuando regresa junto a su familia,
Grace deberá casarse con Giles Winterborne, ya que el señor Melbury, padre de
Grace, adquirió el compromiso con el
joven. Pero las circunstancias han cambiado y el señor Melbury verá que Giles está
socialmente por debajo de su hija.
A la misma localidad ha llegado
un joven médico, Edred Fitzpiers, de procedencia aristocrática y con una
cultura excepcional. Siempre está rodeado de libros y los vecinos del pueblo
dudan de su habilidad como médico. Este será el candidato preferido para George
Melbury como marido para su querida Grace aunque nadie ha tenido en cuenta el
parecer de ella.
Los habitantes del bosque está considerada una joya de la
literatura victoriana y realmente lo es. Es de una escritura delicada, llena de
poesía dentro de la prosa. Son espectaculares las descripciones del bosque
donde está situada la acción de la obra así como los fantásticos personajes que en ella aparecen.
George Melbury, el padre de
Grace, es un respetado hombre de
negocios de la madera y de todo lo que tenga que ver con los productos del
bosque. Cuando tuvo a su única hija decidió que tendría la educación que él no
pudo tener, así que la envió fuera del pueblo. Hay que decir que el señor
Melbury no escatima en halagos hacia su hija. Para él es muy importante
ascender en la escala social y es capaz de hacerle a su hija la siguiente
reflexión con el fin de que ella pertenezca a la élite dentro de la sociedad: “Si alguna vez llegas a encontrarte conmigo,
Grace, puedes pasar de largo y mirar hacia otro lado. No esperaré que me
hables, lo que se dice hablarme, a menos que suceda en un lugar solitario y
privado que no afecte a tu categoría” (pág. 195).
Grace Melbury es una mujer guapa
y cultivada. Pese a todo su refinamiento
y al empeño de su padre de que se codee con personas de su mismo estatus, a
ella le gusta la tranquilidad y la conversación de los habitantes de Hintock y
las circunstancias la llevarán a un matrimonio nefasto.
El resto de personajes son
realmente ricos en matices: Giles Winterborne, trabajador incansable del bosque
y elaborador de sidra, está enamorado de la hija de su protector, el señor Melbury
y, pese a todo el amor que le profesa, será consciente de que su condición social
está por debajo de lo que ella se merece. Thomas Hardy hace una descripción
bellísima de él: “Por su aspecto y por su
olor, Giles parecía el hermano mismo del otoño” (pág. 248).
Edred Fitzpiers es el apuesto médico rural. Procede de una
familia aristocrática venida a menos y posee una gran afición a la ciencia. Es un hombre
con un gran concepto de sí mismo y considera que la relación que pueda tener
con Grace está por debajo de sus posibilidades: “Una cosa sí estaba clara: cualquier vínculo con ella solo podía ser
informal, por la debida atención que el
doctor ponía en su propio futuro. A lo sumo, podía corresponder a la naturaleza
de una leve seducción, pues él tenía ambiciosas metas que algún día le
llevarían a esferas muy diferentes” (pág 154-155). No obstante, la belleza
y la inteligencia de ella le llevarán al matrimonio.
Entre todos estos personajes
aparece la señora Charmond. Una viuda exuberante y sensual que volverá loco a
uno de los personajes.
Durante toda la narración
ocurrirán una serie de sucesos que
determinarán la vida de Grace. Todo lo que acontece a los jóvenes ocurrirá de
manera trepidante y con un final sorprendente que no deja indiferente al lector.
Thomas Hardy escribió una novela muy atrevida para la época. Hay
momentos en los que los personajes tienen una fuerza sensual inusual en la
época: “De hecho, él estaba sosteniéndola
con sus brazos, como si tuviera la impresión de que se hallaba muy confundida y
en peligro de caer. En cuanto Grace pudo recobrar la compostura, se deshizo con
suavidad de su apoyo (…)”. Esto sucede de noche, en el bosque y en el
trascurso de una fiesta pagana, la del solsticio de verano.
Otra cosa que sorprende es que el
escritor plantea la posibilidad de que una mujer pueda separarse de su marido.
Esto, en la época, es impensable. Tal
como nos explica el traductor de la novela, Roberto Frías, en 1857 y durante el reinado de
Victoria el divorcio era aprobado cuando se hubiera cometido algún delito:
violencia, incesto, sodomía o abandono injustificado por más de dos años y no
por causa de adulterio por parte del marido. El padre de Grace intentará por
todas las vías posibles que el matrimonio de su hija sea disuelto.
Llama la atención que la mayoría
de los personajes citan en sus diálogos a escritores o filósofos clásicos, o
citas de la Biblia. El señor Melbury lee a Galeno, Hipócrates o Herófilo: “Leyó sobre Galeno, Hipócrates y Herófilo;
sobre los dogmáticos, los empíricos, los herméticos y otras sectas de médicos
que habían surgido a lo largo de la historia.” (pág. 196).
Es muy recomendable el postfacio
escrito por Roberto Frías “Cuando la
imaginación es la esclava de una
circunstancia inalterable”: Entre muchas explicaciones nos dice que la crítica del momento maltrató a Los habitantes del bosque ya que en
ella Thomas Hardy denuncia los problemas de inmovilismo social, de la
concepción de la mujer como objeto con valor de cambio. Hay un ejemplo que lo
describe: cuando Fitzpiers le solicita al señor Melbury el poder ver a Grace,
Melbury se sorprende y le hace la siguiente reflexión: “Siempre dije (…) que algún día mi Grace dejaría su marca en el nivel
que le corresponde (…) Si no tienes un buen material con el que trabajar, estos
esfuerzos son un desperdicio y pura vanidad (…) Pero cuando tienes un material
tan bueno, es casi seguro que valdrá la pena” (pág, 188-189). Habla de su
hija como si estuviera intentando comerciar con la madera.
Como consecuencia de este
maltrato por parte de los críticos decidió abandonar la novela y dedicarse a la poesía.
Thomas Hardy es un escritor poco
conocido dentro de la literatura victoriana y es una pena. Cualquiera de sus
novelas es una joya. Disfruté mucho con Unos
ojos azules (1873) y El alcalde de
Casterbridge (1886). Las más
conocidas, quizás, son Lejos del mundanal
ruido (1874) o Tess la de los d’Urberville (1891) esta llevada
a la televisión como serie de la BBC, pero
Los habitantes del bosque es
verdaderamente una maravilla. Hay que agradecerle a Impedimenta que haya
publicado esta obra y, como siempre, en una edición muy cuidada.
Invito a aquellos lectores que
gusten de la literatura victoriana que se adentren en el mundo de Hardy. Estoy
segura de que no quedarán defraudados.
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