Mag Márquez y Abel Ezequiel Paisaje
Ed. Karakartón, 2013
10 euros
76 páginas
Poetílicos
sobrios no es simplemente
un libro, en realidad, es algo mayor. Es un proyecto poético y escénico cercano
al teatro. En este libro, sus dos autores tratan de recoger algunos de los
poemas que han ido recitando o interpretando en sus numerosas actuaciones
en el circuito poético de Barcelona. Sus poemas son pequeñas piezas para ser
interpretadas. Son piezas con vocación oral, es por este motivo que el papel
las constriñe. Y uno debe leerlas imaginando la entonación, los gestos, los
altibajos de la voz de sus autores. Es así como yo he leído este libro, este
poemario artesanal. Éste es otro de los aspectos a destacar, pues hasta la
composición del libro sale de la norma. Está construido con los restos de cartón
que han sido reciclados. Hecho a mano. Por eso debo de ser uno de los pocos
afortunados que posee esta edición. Quizá habría que exigir a la editorial una
nueva tirada. Pero prosigamos con lo que decía al principio. La poesía que
contiene el libro es eminentemente oral, de ahí que la repetición sea tan importante.
La repetición y el efecto de las voces que se superponen son esenciales. No se
trata de leer el libro simplemente como se haría con cualquier otro poemario.
Se trata de que se atrevan a ver una de las actuaciones de esta pareja y, a
continuación, y habiéndolos escuchado, reciten como ellos estas palabras o, al
menos, las repitan mentalmente con su entonación (No teman la reacción de los
vecinos).
El poemario se construye como un espacio
poético-teatral donde no faltan las acotaciones. Mezcla idiomas y sonidos,
introduce el lenguaje de internet y el de los móviles. Pero, al final de todo,
contiene la palabra con toda su fuerza (p.9):
“Cortan y recortan la memoria
para dejarla calva de recuerdos
para que confundamos la diestra con la
siniestra,
la legalidad con la justicia,
la manipulación con el orden,
y olvidemos de dónde venimos (…)”
Destacan los temas sociales pero muchas
veces tratados con un tamiz humorístico.
También lo cotidiano (p.11):
“No te das cuenta,
en la taza siempre queda
el poso de los días”
Y también en (p.12-13):
“Date cuenta,
que ese poso negro
no es más que el pozo
donde naufragan todos tus sorbos”
Da la impresión de que a veces quieren
despertar las conciencias (p.47):
“allí donde queremos llegar hay tanta
belleza
que un día despertamos y se nos rompe algo
al ver que estamos cuerdos de verdad
y todo aquello es una mierda
donde existen miserias como éstas”
Y a veces la desesperanza también nos trae
algo de humor negro (p.55):
“póngame dos pizcas de determinismo
histórico
a mi dos puntos más de share humano”
Pero en general el tono del poemario es
más sarcástico-festivo (p.58):
“Y por eso reparte todas las hostias,
A trote y moche
A cal y canto
A diestra y a siniestra
Sin que se conozca mineral, vegetal,
animal o humano
que se resista a tanta hostia, rehostia y
malahostia celestial”
Pero sin olvidar la intención de alcanzar
nuestras conciencias (p.67):
“entrar en una farmacia
pedir la píldora del día después
esperar a que amanezca
y suene el despertador
para que esto tenga algún sentido”
Poetílicos
sobrios nos traen poesía
fresca pero no vacía. Poesía que permanece y se hace poso, como esa taza de café de todos los días.
Muchas gracias por tus sabias palabras,Luis
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