Tratado
de ornitología
Antonio Jiménez Paz
Baile del Sol, 2013.
79 pp.
10 euros
Tratado
de ornitología no es el último libro publicado de
Antonio Jiménez Paz, es una reedición. De hecho en el prólogo que realiza su
primer editor, Ernesto Suárez, ya nos advierte de que estamos ante una
reedición del libro 20 años después, como los tres mosqueteros. Comento este
hecho porque no nos encontramos ante el libro posterior a Casi todo es mío (2008, reeditado en el 2010), ya comentado en este
blog, y a pesar de Zoo sin fauna
(2010) que es una antología personal y que contiene algún poema de este Tratado de ornitología.
A veces cuando se
aborda una reedición hay la tentación de modificar el verso. Creo que no es
este el caso y que se ha mantenido el conjunto, versos e imágenes. Así pues nos
encontramos ante un libro del autor de hace veinte años. Pero del mismo modo ya
se vislumbran diversas características que lo enlazan con textos posteriores:
un afán de abarcar con pocas palabras por eso el verso es sucinto y tiene
siempre diversas lecturas. En este caso es muy visible el uso de la paradoja
porque las distintas lecturas dan lugar a ideas aparentemente fuera de lo que
consideramos habitual:
(p.32) “Había un pájaro
que no sabía dónde
aguardan los árboles
que nunca vuelan”
o en:
(p.36) “ en el pío-pío
de un pájaro inclinado
al silencio”
o también en:
(p.61) “Pájaro sobre
pájaro.
Así se construye un
árbol.
Árbol sobre árbol.
Así se construye un
nido”
Baste decir que su
lenguaje, y, sobre todo, su uso, aparentemente cerrado, aparentemente
dubitativo es sólo una excusa para buscar un lenguaje, un motivo para jugar con
el lector. En este caso, y especialmente en este Tratado de ornitología, donde además se une la imagen, una imagen
que aparentemente nada tiene que ver con el texto. Imágenes de cuerpos desnudos
y de lucha mientras los textos hablan de pájaros.
En la contraportada
José Ismael Gutiérrez habla del esencialismo de las palabras de Antonio Jiménez
Paz, esencialismo en querer expresar mucho con poco, esencialismo que aborda la
incertidumbre de la palabra y de su búsqueda. ¿Quizá no existe la palabra
justa? ¿Quizá lo que no hay es una única forma de expresar una cosa sin quizá
poder expresar la opuesta? ¿Qué propósito tiene el autor al incrementar esa
incertidumbre no añadiendo títulos a sus poemas –exceptuando precisamente el
último-?
Tratado
de ornitología habla de pájaros. Los pájaros sugieren
libertad, sugieren salir de lo habitual, aquí son también una excusa para
hablar de otras cosas.
(p.19) “Hay pájaros que
merecen versos.
Hay palabras
que en sus vuelos
no se deberían cruzar”
Y la imagen que sigue
al texto es una invitación.
Y en esa excusa para
hablar de otras cosas hay también un gesto de humor:
(p.25) “El sol no asoma
hasta que las aves
recién peinadas
se alinean sobre las
ramas”
Y parece que también
hay lugar para la crítica:
(p.29)”Algunos pájaros
revolotean
golpeando un cuerpo
tranquilo,
machucando el alfabeto
por un grito
misericorde”
¿O es que acaso no hay
personas, incluso escritores y poetas, que con sus palabras machucan el
lenguaje?
Y frente a eso el autor
no hace más que jugar una y otra vez con el lenguaje:
(p.35)” De tus mil y
una noches
dame tres o cuatro para
mis días”
Y del amor:
(p.35)“Podríamos jugar
en serio,
podríamos hacerlo, mi
amor,
de vez en cuando”
Al final uno acaba
extrayendo pequeñas conclusiones vitales:
(p.42) “El cielo es un
ensayo
general”
Y el pájaro parece sólo
tener una única certidumbre: su vuelo.
(p.53) “Ave migratoria,
te veo llegar y partir”
Hasta la renuncia:
(p.54) “Vuélame tú”
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