Joan de la Vega
Rúbrica ed, 2012.
101 pp.
10 euros
Recuerdo que hace ya
algún tiempo hablando con Joan de la Vega con motivo de la publicación de su
poemario Una luz que viene de fuera,
reseñado también en este blog, me dijo que había cambiado la política por la
naturaleza. Fruto de ese contacto específicamente con la montaña nació su
anterior poemario pero en estos haikus da buena cuenta de ello también. La
naturaleza es en 365 haikus y un jisey el
terreno en el que se organiza el poemario, es el motivo para escribir, el
disparador creativo, la forma de obtener la libertad, el modo en el que Joan de
la Vega encuentra su paraíso y se explaya contándonos todas las pequeñas cosas
que ve en ella.
Dice la wikipedia sobre
el concepto de haiku que: “Consiste
en un poema breve, generalmente formado por tres versos de cinco, siete y cinco
moras respectivamente. Comúnmente
se sustituyen las moras por sílabas cuando se traducen o componen en otras
lenguas. La poética del haiku generalmente se basa en el asombro y el arrobo
que produce en el poeta la contemplación de la naturaleza”
Personalmente me importa menos la parte puramente formal. Sí me interesa
mucho más la parte de significado y aquí el autor cumple absolutamente con lo
que es un haiku. Una muestra (pag 10, haiku 15):
“Negros cipreses
nos dan la bienvenida.
Moran en paz”
Sin entrar excesivamente en el trasfondo filosófico del haiku si hay que
destacar algunos aspectos del sentido del haiku que también se observan en los poemas de Joan de la Vega:
La descripción de
fenómenos naturales o cambio de las estaciones:
“Arde la higuera.
Su aroma, un eclipse.
Dulce de mayo” (p.44,
haiku 151)
O también en:
“Un rayo apunta
muy cerca y hace diana.
Su ira es la mía”
(p.47, haiku 161)
La descripción de la
vida cotidiana de la gente:
“Cortas la flor.
Empañas tus pulgares
de insensatez” (p.34,
haiku 112)
O también en:
“Muere un jabato.
Lo acorraló el miedo
de los lanceros”(p.84,
haiku 310)
El estilo de los poemas
se basa en la sencillez y en lo sutil. Cantan a la libertad y a la eternidad.
Pero también los hay
que se salen del guión tradicional y hablan por ejemplo de la poesía
(metapoesía):
“Todo poema
no es más que ciénaga,
humo,
Hambre de luz.” (p. 88,
haiku 325)
Los hay que jugando con
la paradoja hablan de la religión:
“Sólo el Buda
paciente oye el cantar
de los cantares” (p.
78, haiku 285)
El libro termina
también con brevedad con un jisey que para los no avezados es algo así como una
última voluntad o despedida. En Joan de la Vega es:
“Últimos días
A pesar del dolor
Soles y lunas” (p.101,
jisey)
365
haikus y un jisey, arte y naturaleza en comunión.
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