Una luz que viene de
fuera
Joan de la Vega
Ed. Paralelo Sur, 2012
146 pp.
12 euros
Ahora que la palabra que se repite más veces a lo largo del
día desde los últimos tres años es crisis, es difícil encontrar libros donde
encontrar la paz y serenar el espíritu. Quizá uno de ellos se lo debemos a Joan
de la Vega (1975) que ha escrito Una luz
que viene de fuera. Un libro que nos devuelve la ilusión por la naturaleza,
por lo verdaderamente auténtico y que se encuentra tan alejado de las ciudades.
Un libro que se define en dos partes, ambas nombradas con palabras sánscritas:
Samsara y Dharma (Las flores de Dharma) señal inequívoca de la intención de la
intención del autor de alejarse de las religiones occidentales.
Para Joan de la Vega
la naturaleza y la convivencia en ella es motivo de reflexión, es motivo de
sosiego y lugar para situar las cosas en orden de importancia, dándoles
realmente la que merecen. Por eso transmite paz. El autor, gran aficionado a la
montaña, huye con sus palabras del mundanal ruido y canta a los valores que ya
fueron cantados por los antiguos. En ese sentido su poesía se haya impregnada
de humanismo, naturaleza y sabiduría clásica. Pongo un ejemplo (p.21):
“todo animal viviente
regresa
para nacer
y morir aquí.
en la misma sima
sobre una capa de voz
improvisada”
Hablar de la muerte como un hecho natural -uno más- fuera de
la contaminación con la que la simbología de las religiones occidentales ha ido
impregnando la idea del final de la vida. La cadencia de un paso que da lugar a
otro como un hecho lógico y que no implica la mano divina, a no ser que
entendamos que es la propia naturaleza lo único divino que nos rodea.
Lenguaje sencillo que alcanza gran profundidad de
pensamiento. Poesía que se revela trascendente en un libro gozoso de leer (p.38):
“retorna el silencio
a su cráter de posteridad”
Hay un espacio para la noche y otro para el día. Un espacio
que abarca todas las horas de la naturaleza y lo que en ella ocurre, muchas
referencias a la cópula, a la sexualidad, a la unión…
“útero ancestral (p.44), “tajo vaginal” (p.46), “templo
abierto” (p.47), “labios primogénitos” (p.48), “copulando al aire” (p.49),
“muerte encinta de luz” y “esqueleto menstrual” (p.64).
También hay una búsqueda del autor del lugar que le
corresponde (p.87):
“¿Fue siempre aquel
mi lugar?”
Y una búsqueda de esperanza (p.91):
“gotas frías
a modo de lluvia
son la esperanza de la tierra
y también la mía”
Al final del poemario se vislumbra algo de crítica social
(p.107) porque en la naturaleza se encuentra la virtud y la importancia real,
la fuerza que nos da la reflexión y la separación del oscurantismo y la
falsedad, como una declaración de principios:
“con buena letra
comulgo el deicidio
así sajo el idioma
de ritos y falsedades”
Y también aquí (p.126):
“Dios
no es más
que esto
un amasijo
de memorias
disecadas
la tierra
asmática
y solaz”
Y una reflexión final:
“la vida es
solamente
un borrador de anhelos”
Poesía de reencuentro con la naturaleza, poesía reflexiva que
nos sitúa en el verdadero lugar que nos corresponde, en un todo, poesía también
humanista que nos devuelve la ilusión por vivir ahora en estos tiempos tan
mediocres. Una luz que viene de fuera,
Joan de la Vega.
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