Perros, gatos y lemures. Los escritores y sus animales.
Soledad Puértolas, Andrés Trapiello, José Carlos Llop, Antón Castro,Ignacio Martínez de Pisón, Andrés Ibáñez, Marta Sanz, Félix Romeo,Berta Marsé, Pilar Adón y Carlos Pardo.
Ed. Errata naturae, 2011
205 pp.
19,90 euros
Es casualidad que escriba esta reseña en estos momentos en que leo un viejo libro de título Faycán y autor Víctor Doreste. Un libro sobre las andanzas de un perro con otros perros. Ya digo, es casualidad.
Las mascotas, habitualmente perros y gatos, han sido fuente de inspiración de muchos autores, también compañeros de horas de soledad y silencio. Es difícil no encontrar algún escritor con mascota. Perros, gatos y lémures es un libro que rinde homenaje a estos compañeros, más o menos silenciosos, cuyas sombras se adivinan tras la escritura. Es por ello un canto de agradecimiento a estos seres vivos. En el libro básicamente podemos encontrar dos tipos de relatos. Los primeros hacen referencia a historias y vidas de otros autores, casi todos ellos muy conocidos, respecto de sus relaciones con animales. Los segundos, en primera persona, son los que más te erizan el vello, aquellos que como el de Trapiello te hacen llorar. Testimonio de un amor infinito a estos seres que en algún momento de nuestras vidas nos acompañaron y compartieron su breve existencia con nosotros. Y como protagonistas que son aparecen relacionados en las últimas páginas, incluso antes que los autores - las personas que escribieron las historias-.
Como ya he dicho uno de los relatos más conmovedores y llenos de ternura es el de Andrés Trapiello, De la muerte de Mora. Relato que ya conocía al haber leído sus entregas de esa novela en marcha que denomina Salón de los pasos perdidos que es altamente recomendable. En este caso se trata de una perra. Un pequeño botón, contundente reflexión de muestra: “La muerte es lo más íntimo de la vida (…) Y sólo ahora sabemos que estuvo esperándonos para morir a nuestro lado (…) Al vernos, su dolor se desbordó, y nos hizo entrega de su muerte como su más preciado don” (p.138). El equivalente felino lo pone Marta Sanz en dos relatos sucesivos denominados Gatos y La gata cautiva. Una cita acertadísima que contiene este primer relato: “El gato que ofrece el algodón de su barriga se dejaría matar por el destinatario de su ofrenda” (p.96). Doy fe de ello, huelga decir que por haberlo sentido más de una vez. Otra contundente cita, algo más larga: “Si el gato enfermo se esconde debajo de la cama para que nadie le encuentre, habrá que sacarlo de allí llevarlo al veterinario, que le pondrá una inyección letal. Dejará de sufrir. Yo no podré llevar a cabo esa tarea y me sentiré culpable de no haber acariciado a mi gato hasta el último momento” (p.97). Y una tercera cita de Marta Sanz, en este caso de su segundo relato, que bien sirve para explicar este libro: “Y me digo que no hay que sentirse tan terriblemente culpable por amar muchísimo” (p.110-1). Muestras todas ellas de las fronteras del libro.
No todos los relatos son tan tristes y tan cercanos. Hay algunos que causan hilaridad y también relatos curiosos sobre las vidas de algunos autores famosos. Quizá una de las historias que más anécdotas y autores aúna es el del malogrado Félix Romeo titulado El hombre invisible y el zoo de los Bowles. Por sus páginas desfilan el ya citado Bowles pero también Burroughs, Chukri, Genet, Gertrude Stein o Truman Capote.
Otra historia recomendable, aunque ésta no en primera persona, es la de Andrés Ibáñez titulada Vida pagana y alegre de Teodoro W. Adorno. En el relato se habla de los sucesivos encuentros de Cortázar con un gato callejero de la Provenza, Adorno. Un gato que creo corresponde al que aparece en la muy conocida foto del autor con un felino tras un vidrio.
En Relato de escritor con perro Soledad Puértolas explica el por qué de su amor a los animales. En el fondo dice que las mascotas no se plantean la muerte.
En Nocturno malgache de José Carlos Llop habla de animales es una excusa para hablar sobre todo de literatura.
Jules Laforge escribe a su pareja y en una carta le confiesa, reflexionando sobre los animales: “Querida Marie, los perros carecen por completo de sentido del humor” (p.33) Esto en el relato de Carlos Pardo, Cartas sobre Ariel.
Historias de perros, de gatos, de monos, de hurones y de todo tipo de animales. Historias que tratan de desentrañar la relación entre humanos y animales, entre escritores y mascotas. Historias que dan lugar a otras historias en la pluma de grandes autores. Y también historias en primera persona de aquellos seres que ocuparon nuestras vidas. Eso es, en definitiva, Perros, gatos y lémures. Para lectores amantes de los animales y/o de la literatura.
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