viernes, 5 de agosto de 2011

LA HIEDRA Y EL MÁRMOL DE FERNANDO DE VILLENA


La hiedra y el mármol
Fernando de Villena
Ed. Carena, 2009
60 pp.
12 euros



Fernando de Villena (1956), profesor de literatura y escritor no es nuevo en la poesía y son varios los poemarios que ha escrito. La hiedra y el mármol es un variado mosaico de poemas en donde versos rimados y sin rima se suceden. Merece especial atención una de las partes del libro -digo partes aunque no tiene división alguna- en la que el autor se prodiga con los sonetos. Dentro de esta parte imaginaria hay específicamente una subparte dedicada a los meses del año compuesta también de sonetos.


Resalta la exaltación de la naturaleza -probablemente del lugar de su nacimiento, Granada- a la que el autor se dedica en muchas de las composiciones (p.12):


Se demora la tarde en las vidrieras


con balsámico aroma de glicinas


y el jardín se dispone ya al reposo.

Es en estos sonetos donde uno redescubre un cierto clasicismo de las formas. Aún así, encuentra una poesía sin excesos y bastante despojada de recursos estilísticos (p 22).

Y esperar que nos diga la campana


de un pequeño convento muy cercano

que por fin ha llegado nuestro instante.


Y a veces emerge un cierre más que afortunado con toda su fuerza (p.27):

A tu grupa cabalga siempre el cielo


y para recibir tu fiel simiente

tiene el mar preparadas sus entrañas.


Hay también entrañables muestras de cariño y calor de hogar (p.30):

Estáis equivocados. Yo os diré su dolencia:

Ha visto un gris gatito y tenerlo quisiera


para siempre a su lado como al más fiel amigo.
¿Quizá un guiño al pasado, a un deseo irrealizado o revivido o simplemente a un hecho ocurrido y recordado?

Sin embargo De Villena también tiene espacio, en este variopinto poemario, de denunciar lo que cree injusto como en su Contra las guerras (p.31):


Un día llegará en que no haya estados


ni haya rivalidades ni fronteras (…)
Y, a veces, se apercibe de que el paisaje y su huida a él no es suficiente para ocultar la realidad:

Nos salvan los recuerdos,


algún que otro rincón


no hollado todavía por los bárbaros (…)
O cuando se apercibe de su propia derrota (p.33):

(…)¿puedes nombrar como fracaso

tu ya larga existencia?


difícil contestar a esa pregunta;


atroz la aceptación de la derrota.

Y el recuerdo es otro de los temas planteados (p.35):

Vivir en el recuerdo es más hermoso


que esta lucha constante, cotidiana,

contra todo lo feo que nos cerca.

Y el recuerdo se convierte en un asidero. También hay melancolía (p.48):

Es difícil ver como día a día


La vida nos retira sus manzanas.

Y homenajes. Especialmente me gusta su poema dedicado a Rafael Cansinos Asséns que lleva su nombre (p.44).


Y hay también sensaciones de vacío tras un viaje plagado de recuerdos, intentos vanos por encontrar el lugar fuera de las ciudades (p38):
Es hermosa la vida todavía
lejos de las ciudades.

Poemas en los que se constata amor por lo vivido. Amor por lo trascendido convertido en poesía.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por las generosas palabras que has dedicado a mi libro. Abrazos desde Granada de Fernando de Villena

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  2. Gracias a ti por dejar tus palabras y leer la reseña. Un abrazo.

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