viernes, 4 de diciembre de 2015

CORAZONES EN BARBECHO DE CRISTINA MONTEOLIVA






Corazones en barbecho

Cristina Monteoliva

Edición de la autora, 2015

96 páginas

7,85 Euros (Amazon)



Cristina Monteoliva es una autora granadina, concretamente de Almuñecar. Tenía un blog de reseñas literarias llamado La biblioteca imaginaria y, ahora, vuelve al ataque con otro denominado La orilla de las letras. Se atrevió a escribir y comenzó con Elías y los ladrones de magia  y éste,  su segundo libro.


Corazones en barbecho está escrito en clave de humor y en él la autora critica los libros de literatura romántica no entendida como el movimiento literario, sino aquellas novelas rosas edulcoradas y cuyas portadas nos deleitan con cuerpos maravillosos de galanes musculados, con cabellos largos al viento y mujeres espectaculares, todos ellos editados en colores pastel.  


Para ello Cristina Monteoliva nos presenta a Fulgencia,  una mujer cuarentona  que ha entrado en la madurez haciéndose cargo de unos ancianos y ve como su vida se está desperdiciando. 


Todo empieza un lunes cuando la protagonista decide salir de Pueblo (así se llama el lugar de donde procede Fulgencia) a Ciudad para encontrar a su caballero andante, su verdadero amor: “Su verdadero amor debe de ser un hombre maduro, de entre treinta y cinco y cuarenta y cinco años, alto y, sobre todo, guapo. Si es moreno o rubio, le da igual. Incluso si fuera pelirrojo lo querría” (pág.13). Eso sí,  no debe ser joven porque no soportaría  las tonterías propias de la juventud. “A la mínima tontería, le darían ganas de soltarle una colleja” (pág.13).  Y si hay algo que le gusta a Fulgencia es dar collejas. 


Cuando por fin el tren llega a la estación, Ciudad le deparará una serie de divertidas vicisitudes que nos revelarán el carácter de Fulgencia. 


La protagonista de Corazones en barbecho es tremendamente cursi. La autora habla de ella en los términos de dama, doncella y Fulgencia se ofende tremendamente cuando la llaman señora; ella es señorita, lo que provoca bastantes carcajadas en la lectura de la novela. 


Ella tiene claro que en Ciudad encontrará a su enamorado, al hombre de sus sueños, pero también la libertad que la gran urbe le da al no sentirse reconocida por nadie. Poco a poco iremos viendo que Fulgencia está asfixiada por la vida en Pueblo, lo que hace que su carácter sea algo tosco pero, en el fondo,  tiene un gran corazón.


En todas las aventuras en las que se ve envuelta en Ciudad siempre acaba conectando por personas poco favorecidas económicamente llegando a darle dinero a más de una. 


Durante toda la jornada la protagonista recibe llamadas de Pueblo porque ha dejado al cuidado de su sobrina a los abuelos y, la joven, agobiada por la responsabilidad,  pretende que Fulgencia regrese inmediatamente. 


De alguna manera, pese al enfado que le provoca la situación  y pese a que el estar en Ciudad hace que respire unas cuantas horas,  reflexiona sobre qué será de ella  cuando se quede sola: “Fulgencia siente como cae sobre ella la peor de las condenas imaginables: la de vivir una vida anodina en un lugar que le gusta cada vez menos, haciéndose cargo de una casa que odia y unos ancianos que la asfixian” (pág.56).


Por eso pretende encontrar al hombre de sus sueños en Ciudad, ese que aparece en las trescientas cincuenta y cuatro novelas románticas leídas a lo largo de toda su anodina vida. Son muy divertidos los títulos que menciona Cristina Monteoliva.


Para saber si consigue al “fornido leñador de mirada profunda y sensual camisa de cuadros dispuesto a abrazar tierna pero apasionadamente a nuestra dama para, más tarde, llevarla amablemente a su cabaña, lugar en que se besarían hasta que se ocultara el sol” (pág. 9) deberán leer Corazones en barbecho de Cristina Monteoliva. No se arrepentirán de pasar un buen rato de lectura.

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