viernes, 14 de septiembre de 2018

LA LIBRERÍA DE PENÉLOPE FITZGERALD





La librería

Penelope Fitzgerald

Traducción: Pilar Adón

Editorial Impedimenta, 2017 

181 pág.

 20



Penelope Fitzgerald (1916-2000) fue una mujer novelista, poetisa, ensayista, biógrafa inglesa.

Perteneció a una familia de una buena formación cultural lo que repercutió en su  escritura. Aunque publicó tardíamente su primer libro, en 1975, ha sido considerada como una de las figuras más relevantes de la nueva narrativa inglesa.

La librería fue publicada en 1978 y narra la historia de Florence Green, una mujer viuda que decide abrir una librería en el pequeño pueblo costero de Hardborough, Suffolk.

Florence es una mujer de mediana edad: “era pequeña de aspecto, delgada y huesuda, un poco insignificante vista desde delante y completamente insignificante por detrás” (pág.10).  Vivió del dinero que le había dejado su marido cuando falleció pero quiso demostrarse a sí misma que podía hacer algo más en su vida. De ahí que decidiera abrir una librería, algo que no existía en el pequeño pueblo.


En Hardborough, en 1959, no existía casi nada y, menos una librería: “(…) uno no podía tomarse una ración de Fish and Chips, ni había tintorería, ni siquiera cine (…) a nadie se le había ocurrido-y, desde luego, nadie pensó que a la señora Green se le hubiera ocurrido tampoco- abrir una librería en el pueblo” (pág. 10 y 11).

Decide abrir la librería en una antigua y destartalada casa, Old House, cerrada desde hace muchos años pero que le provocará innumerables problemas con las personas más importantes del pueblo, el banquero y la señora Gamart.

Durante toda la novela podremos ver a la protagonista sufrir altos y bajos en su economía, por ejemplo, cuando decide abrir una biblioteca, de la cual se encargará Christine Gipping, una niña de 10 años, de manera muy eficiente a la que contrata para que le ayude o cuando decide vender Lolita, la obra de Navokov. Esto será un poco más complicado.

Florence es el personaje principal de La librería pero no hemos de dejar de lado a todos los personajes secundarios:

El señor Keble, el banquero, un hombre prepotente que considera que una mujer sola no debe dedicarse a los negocios: “A menudo me pienso que es una pena que no haya unos estudios homologados para el pequeño empresario, o empresaria…” (pág. 12). Empresaria es lo que realmente le molesta. Lo cierto es que le pondrá muchos inconvenientes para darle el crédito que necesita ya que considera que la cultura es una pérdida de tiempo.

O la señora Violet Gamart, “(…) patrona por naturaleza de todas las actividades públicas de Hardborough” (pág.36),  que quiere por todos los medios la casa para abrir un centro de arte y hará todo lo posible para conseguirlo incluso utilizar a su influyente sobrino.

La casa en sí, Old House, de quinientos años de antigüedad, es otro personaje, ya que está embrujada. Tiene su propio fantasma y es el objeto de deseo de la persona más influyente del pueblo.

No todos le hacen la vida imposible. También tiene personas que la apoyarán. Edmund  Brundish, un anciano que se comunica por carta con Florence y que la apoyará hasta el último momento. O Raven, el veterinario, o los Scouts, sobre los que Raven “ejercía una influencia misteriosa pero directa” (pág.55). Ellos son los que le ayudan a ordenar la biblioteca.

En las 181 páginas de La Librería disfrutaremos de una lectura intensa. Unas veces con humor, otras veces con rabia. Es realmente inquietante la lucha de Florence para sobrevivir en un pueblo con una mentalidad tremendamente cerrada, casi victoriana, donde la clase social importa sobre todas las cosas. No muy diferente a nuestra actualidad, desgraciadamente.

La Librería es una novela inteligente, sagaz. Está ambientada en 1959,  en Inglaterra, pero podría pasar en cualquier pueblo de cualquier país donde nada debe cambiar, donde el poderoso es el que manda, donde hay que guardar las tradiciones, la moral. Florence quiere abrir una librería y tiene a la mayoría del pueblo en contra porque eso de la cultura no interesa a nadie y, esa reflexión, la hace el banquero. No leer para no pensar.

Penelope Fitzgerald ya me gustó con su novela Inocencia y esta tampoco me ha decepcionado. Es muy recomendable leer estas pocas páginas pero muy intensas.

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