Una mirada al absurdo
Inma Arrabal
Ed. Huerga y Fierro, 2013
57 pp.
12 euros.
A veces es un ejercicio
necesario, casi, hasta sano. Pararse un momento y contemplarnos a nosotros
mismos. Contemplar lo absurdo del mundo que hemos creado y también lo absurdo
del mundo que nos rodea. Y que esta visión, cuasi sanadora, nos sirva para
analizar. Eso es lo que hace Inma Arrabal en su poemario Una mirada al absurdo.
En el primer poema, que lleva el
mismo título que el libro, ya nos habla con claridad del absurdo que nos rodea (p14):
“Es importante tener un auto
deportivo,
tarjetas de crédito, un móvil en
la mano.
Permiten parecer lo que no eres”
Todas esas cosas que conforman
nuestro mundo y que si nos paramos un momento observamos que son parte “del
absurdo cotidiano para devorarnos” (p.19).
Dice Santiago Tena en su prólogo
que algunas páginas del libro contienen mucho de la atmósfera negra de la obra Plenilunio de Antonio Muñoz Molina. Y
aclara Joan-Ignasi Ortuño, en la solapa delantera, que hay mucho de “injusticia,
desamor, soledad, ausencia, rutina, vejez, pérdidas, enfermedad, muerte” que
sirven a la autora como disparadero para escribir y a la vez exortizar los
malos augurios. Algunos de esos sentimientos y temas ya los hemos visto y leído
en otros poemarios de Inma Arrabal: Cruzar
el umbral o La poesía es una
enfermedad cardiovascular, libros ya reseñados aquí.
Es ya todo un propósito que el
libro tenga tres partes: Necesidades
estúpidas, Miradas dulces y La fe perdida.
Y dentro de ese absurdo del que
hablábamos no hay forma de darse cuenta de que nosotros mismos estamos ahí,
hasta que nos paramos a pensar (p.22):
“A veces creo que soy invisible,
y lo peor no es que nadie me vea,
sino que ni siquiera se dan
cuenta”
En esa paradoja andamos metidos
mientras vivimos. Y es entonces también cuando sobreviene la rutina (p.25):
“Si me aceptas como una costumbre
rutinaria y vacía,
quizá,entonces, pueda odiare
cariñosamente.”
Y nos preguntamos, y se pregunta
la autora (p.31):
“¿Qué finalidad tiene pisar y que
nos pisen?”
Desentraña aquí también una
cierta temática social muy acorde a los tiempos que vivimos. Y se pregunta
sobre la sociedad podrida en la que transitamos y afirma con rotundidad (p.42):
“Las caretas que llevamos puestas
aprisionando bocas
y escondiendo sentimientos,
dejan escapar, tan solo, envidia
y miradas hipócritas”
Y, a veces, queda poco espacio
para la esperanza “pero no se puede vivir siempre con la pena” (p. 49). Así
sirviéndose del absurdo también nos dice (p.50):
“Y buscaremos palabras nuevas
Para volver a decir, otra vez, lo
mismo…”
Es así un buen momento para reflexionar sobre nuestro
absurdo cotidiano.
Yo he leido CRUZAR EL UMBRAL.
ResponderEliminarMe quedo con ella,con sus palabras,su mensaje esa profundidad no distante.Se merece una tarde de tertulia dedicada a su forma de crear de hacernos llegar y vivir todo...tanto...
¡Gracias, Luis, por tu estupenda reseña! Te mando un fuerte abrazo.
ResponderEliminarY a ti también por tus amables palabras, Blanca. Espero verte pronto.
Gracias a las dos por acercaros a este espacio.
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