La poesía es una enfermedad cardiovascular
Inma Arrabal
Huerga y Fierro Editores, 2009
70 pp
12 €
Inma Arrabal no es una recién llegada al género poético y eso lo atestiguan sus libros publicados: Sura, Amayamar, Los que no volvimos y, ahora, La poesía es una enfermedad cardiovascular. En este nuevo libro que parece creado para explicar a los lectores qué es para la autora la poesía, nos ofrece un vademécum para curar la enfermedad poética. El libro se divide en tres partes: La enfermedad, Poemas cardiovasculares y Efectos secundarios (Siete desatinos). Hay un poema breve de la primera parte que define bien la poética que Inma Arrabal sostiene en su libro:
"No hay remedio para esta enfermedad
que se contagia en lunas.
Sólo sé que las palabras
pasan por las esquinas de las hojas en blanco
condensándose en poemas nuevos.
Quizá pueda sanarme
cuando uno de ellos me salga perfecto
o cuando mi corazón destile violetas
y deje de hacerse preguntas
que no tienen respuesta"
Inma Arrabal maneja con destreza las palabras y los significados de forma que el vocabulario es como plastilina anhelante de que se le dé forma.
"Entonces dejaré de escribir,
antes de que el vestido del lenguaje
se me quede pequeño"
Los textos están llenos de imágenes que evocan:
"Las sonrisas falsas se descoserán;
la lluvia desertará de las nubes"
de fantasía que se desborda con el añadido de que tiene la virtud de situarnos al final en la realidad:
"El color de la noche disfraza las palabras"
y sus sentencias caen a veces como un mazazo:
"Y me marcharé de aquí convertida en tierra nueva
hacia otra inclemencia que no sea la tuya"
De ahí el tono general melancólico y triste.
Pero Inma juega también con el lector y silenciosamente le propone:
"(Si no lo entendéis, anotad vuestras preguntas
en el cuaderno anaranjado del horizonte)"
Y si bien el tono general es triste, entre los versos siempre hay un recodo para hablar del amor, un amor que en Inma siempre tiene algo de erotismo:
"La soledad se aparea , haciendo un trío
con hechizos y nostalgias"
Y más evidente en el siguiente fragmento:
"En la obscuridad prohibida de unos jardines,
me dejé desflorar a medias"
Y un ejemplo más:
"mientras una mujer
despeina su virginidad"
Pero como no todo es tristeza, recomiendo que no se dejen de leer el Séptimo desatino, un prodigio de juego poético en el que la autora se mueve a la perfección.
Tomo nota, gracias por la reseña Luis. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, a ti, amigo.
ResponderEliminarHasta ahora no he descubierto este nuevo blog tuyo...me parece una buena idea y por supuesto lo sigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Inma.
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