domingo, 1 de febrero de 2015

ESTADO DEL BIENESTAR. NATURALEZA MUERTA DE VELPISTER






Estado del bienestar. Naturaleza muerta.

Velpister

Ediciones Lupercalia, 2014

181 páginas

15, 95 euros



Se puede escribir desde el corazón o desde el pensamiento, pero también se puede escribir desde las tripas, desde los intestinos. Desde la rabia. Así me ha parecido sentir la propuesta de Velpister, este poemario denominado con el doble título Estado del bienestar. Naturaleza muerta. Y aquí el título resulta extraordinariamente profético, pues es de eso mismo de lo que nos habla. Es su voz una voz cercana que huye del circunloquio, es una voz directa, es una voz que deja a un lado el lirismo. Va a la raíz, es certera porque llega a donde desea llegar. Hay mucha rabia contenida que se suelta en estas palabras, hay muchas voces que son una, hay muchas penurias compartidas. Necesidad de decir, de, al menos, no dejar que se extinga la voz sin antes decir lo que piensa.

Puede parecer depresivo o negativo el tono general del poemario, pero en éste, como en otros poemarios que he ha ido leyendo últimamente, lo que sí hay es combatividad. En ese sentido su camino es el mismo que recorren –cada uno con un tono, con una voz diferente, pero con puntos en común- Las sumas y los restos  y Anatomía de guerra de Ana Pérez Cañamares, o Ardimiento de Baco, o Versos de invierno (para un verano sin fin) de Matías Escalera Cordero, o Comida para perros de Gsús Bonilla, o Cosas de Felipe Zapico, y algunos poemas de Poetílicos sobrios de Mag Márquez y Abel Paisaje, y otros tantos de El mal hombre de Rubén Romero Sánchez. Voces que nos llevan, quizá en un extremo, a Antonio Orihuela.

Volviendo a Velpister y a su Estado del Bienestar. ¿A quién se dirige? ¿Cuál es el tono general? Bien pronto lo aclara:

(p.9) “ A los que no nos creemos nada

ni a nadie”

(p.8) “El día del fin del mundo, cambia de canal”



Y para ahondar en el nudo sólo hace falta saber los títulos de algunos poemas:

España se levanta, Rebelde, A sueldo, La democracia es muy grande, Todo era gris, Gajes del oficio de político, La legitimidad, Trabalenguas neoliberal, España, Dilema moral de un hombre de bien, etc…


Uno de los rasgos fundamentales del poemario es la sinceridad acompañada de la autenticidad. Sin ese binomio lo que dice se desharía.

(p.19) “no he mentido

no al menos cada vez

que abro la boca”

(p.43) “ La insultante intangibilidad de la economía mundial

crea dramas,

odios,

cadáveres tangibles”

Y el genial final de un poema cuyo título lo dice todo: Lapos:

(p.67) “Cada día hablan más

para ellos.

A los ciudadanos

nos escupen”

Habrá quien considere poco poéticos sus escritos, incluso los que los consideren obvios, pero la obviedad tiene también su terreno de formulación. Y la obviedad nos sitúa en la cercanía, terreno en el que se mueve el poemario de Velpister. Para entender esa obviedad, e, incluso, su reiteración recomiendo leer el poema España con su repetición del  “Que se joda” (p. 76-80) parafraseando a una diputada.

Velpister no teme bajar a la arena del habla coloquial, a la jerga de los insultos y de la palabra malsonante, porque, en la realidad que cuenta, eso también existe y es parte:

(p.31) “No sean asquerosas

Señoras políticas

a sueldo

del partido,

que con lo que cobran

se pueden permitir

pagar

a una inmigrante ilegal

para cuidar de sus hijos.

COÑO.”

El autor a menudo coquetea con la ironía, pero la ironía sería más sibilina y el autor prefiere el golpe directo.

Quizá el poema Legado refleje bien el tono general del libro:

(p.96)” hijos queridos

nos esforzaremos mucho

en daros una buena educación

para que seáis honrados

justos

honestos

fuertes

e inteligentes

y que así un día

por mucho que nos duela

podáis iros

de este país”

Y destacan algunos cierres :

(p.109)” Por cada parcela de tierra

 edificada

un pueblo arrasado.

El hombre.”

(p.114) “ Que no quede ni uno.

Ni un solo fascista más

respirando libre

a nuestro alrededor.

Que los apretujemos

hasta quitarles el aire.

Hasta asfixiarlos”
O también:

(p.163) “cuántos gritos de dolor

de parto

lleva el mundo

cuántos gritos de horror

la humanidad

por los mal paridos”



Velpister, artista multidisciplinar (no hay que perderse las imágenes que acompañan los textos), podría haber tomado una cierta distancia sobre los poemas, quizá elaborarlos más, quizá hubiera perdido sinceridad y autenticidad, dos de sus rasgos, también ganaría en reflexión. Pero esa sería otra apuesta. El autor, sin embargo, prefiere poetizar cerca de la piel, cerca de la superficie. De ahí sale Estado del bienestar. Naturaleza muerta.

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