lunes, 8 de septiembre de 2014

EL DIAGNÓSTICO DE EDITH WHARTON


El diagnóstico
Edith Wharton
Traducción de Susana Carral
Breviarios de Rey Lear, 2014
72 páginas
9.80 €

Edith Wharton (1862-1937) proviene de la alta burguesía neoyorquina, aspecto que le otorga una buena fuente de información sobre las costumbres de la clase social a la que pertenece y que  reflejará en sus novelas y relatos.

Conocí la obra de Edith Wharton con La solterona, en ella se puede observar la fuerza psicológica que poseen sus personajes, sobre todo los femeninos,  y la carga crítica hacia esa sociedad hipócrita, clasista y cerrada.

En El diagnóstico (1930) no defrauda. Es un relato de apenas 60 páginas en el que, de una manera irónica,  nos  retrata  a uno de esos personajes que tan bien conoce: un hombre de la alta sociedad norteamericana,  hipócrita, egoísta,  profundamente machista y, además, hipocondríaco.

Paul Dorrance es un soltero acomodado de mediana edad que cree que va a morir. Pese a que los médicos le han confirmado su buena salud, cree tener una enfermedad incurable y, por tanto, llegará de manera inminente su muerte: “Al hacerlo, su mirada tropezó con una hoja de papel que descansaba sobre la alfombra, a sus pies (…). Allí tenía la verdad. En aquel papel del suelo se encontraba escrito su destino” (pág. 20).

Eleanor Welwood es su amante. Una relación secreta sin amor, al menos por parte de él. Es un hombre egoísta. Sólo la quiere para que le cuide y esté a su lado durante la enfermedad. Al principio pudo haber pasión pero ella era una mujer madura. “Ella lo había cautivado, pero nunca hasta el extremo de desear que fuera libre para casarse con él” (…) “Todos pertenecían al mismo grupo social, pequeño y restringido” (pág. 26).

Cuando los médicos le diagnostican que no va a morir,  él hace la siguiente reflexión:” (…) podría ser el momento adecuado para hacerla ver, con gran delicadeza, que lo suyo no podía continuar para siempre- nada es eterno- y que, a la edad de él y con la nueva perspectiva de la salud recuperada, lo lógico sería aceptar que cualquier hombre tendría sus puntos de vista propios, sus propios planes; que incluso podría pensar en contraer matrimonio…casarse con una joven, tener hijos, una casa en el campo… (pág. 19).  Profundamente machista.

Lo cierto es que, como consecuencia del informe médico que descubre, las cosas cambian y su cobardía hace replantearse esta reflexión. Enfermo de muerte decide casarse con ella. Sin amor, por supuesto.
“Una nueva forma de egocentrismo, más virulento e impaciente que el otro, dictaba sus palabras y sus gestos…y él lo sabía. Sólo se casaba para situar un centinela entre su persona y la presencia que acechaba en el umbral (…) (pág. 32).

Durante su viaje de novios por Europa,  pide una nueva opinión médica. Todo cambiará y la autora le dará un giro sorprendente al final del relato.

¿Cómo se puede decir tanto en tan pocas páginas? Pues se puede y de manera magistral.

He llegado a El diagnóstico  gracias a  Izaskun Legarza, propietaria de la Librería de Mujeres de Santa Cruz de Tenerife, un espacio maravilloso para encontrar muy buena literatura y actividades literarias muy interesantes. Ella me aconsejó esta espléndida obra y, como siempre,  acertó.



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