Comida para perros
Gsús Bonilla
Ed. Baile del sol,2014
100 pp.
12 euros
Nacimos para convertirnos en
comida para perros. Y no es que la perspectiva de ser convertidos en comida
para perros sea peor que convertirnos en cualquier tipo de comida. El problema
es convertirnos en deshecho de la sociedad, de ser despojado de todo –y no
hablo de pertenencias- de la poca humanidad que podamos tener. Nos convierten
en basura. Gsús Bonilla viene a decirnos eso mediante un desesperado grito que
sienta como una punzada. Si se lee el poemario impasible sin sentir un puñetazo
en el mentón debe tenerse sangre de horchata o haberse enriquecido ilegalmente
merced a algún negocio negro de los que aparecen día a día en los periódicos.
Comida para perros es crudo y real. El autor no renuncia a ningún
tipo de escatología, a ningún tipo de exageración, de crueldad –incluso léxica-
para transmitirnos su sensación: que somos comida para perros.
El poemario contiene una serie de
textos, unos a modo de prosa, otros a modo de verso o de prosa poética.
Desgrana sin un hilo conductor claro todas las sensaciones. Uno va saltando de
texto en texto sintiéndose unas veces más conmovido, otras simplemente más
cabreado. Descubre que cualquiera de nosotros también somos comida para perros.
Nos recuerdan los hechos diarios
que muchos se empeñan en olvidar, en no ver, en no tener en cuenta (p.24):
“rememoro el silbido de la pelota
de goma, el vacío de la
cuenca del ojo” (…)
Crueldad necesaria pues no está
para componendas el tiempo que nos ha tocado vivir. Y así lo dice una y otra
vez el autor (p.25):
“os maldecimos, como a aquellos que idolatran
las cuchillas de las alambradas
en las fronteras”
Reconocemos y nos reconocemos en
las palabras y en los hechos, en los gritos, en los silencios, en los lloros,
en las imágenes del telediario, en las que el telediario no es capaz de
ofrecer, en la sombra de los desheredados, en los desheredados de nosotros, hijos
de la orfandad de clase. Y, sin embargo, no le falta lírica al texto (p.27):
“hoy, cuando los niños acunan
botes de humo
y besan la anchura
en las bocachas de las escopetas
y se dejan la infancia
en la fumarola, poco después
de los fogonazos”
En algunos poemas es muy claro el
lirismo (p.45):
“aquellas garras, desabotonaban
la inmensidad del alma
la grandeza de los pájaros no
estaba en su vuelo sino en el
descanso sobre los cables
eléctricos, empapándose de agua
de lluvia (…)
Hay crítica pero no es lamento,
es constatación, es deseo de hacer llegar (p.57):
“se tenía sed y no se podía
combatir el fuego
encontraron la manera de
castrarnos (…)”
No es lamento, no es inacción. Es
grito que aúlla y pide movimiento y determinación (p.76).
“(…) todos ellos forman un corro.
es el baile
de los terminales y os hace gracia”
Y (p.80):
“(…) es emocionante que una parte
de mi pueblo sigue preparada y planta cara a
esta bestia
capital que nos clava, día a día,
sus uñas”
Comida para perros, manual poético para la revolución, de Gsús
Bonilla.
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