GPS
Agustín Calvo Galán
Amargord, 2014
67 pp.
10 euros
Leo en el avión. El viaje se hace
corto en compañía cuando uno lleva brújula. Yo llevo GPS. El libro de Agustín Calvo Galán me acompaña. Parece señalarme
el camino más allá de hacia donde el piloto desee llevarme. De hecho me acerca
a los libros. A la Feria del Libro de Madrid. Yo llevo puesto el de Agustín.
Dentro de poco lo llevaré leído. Tengo una ventaja absoluta: el sendero
marcado. Agustín es hábil señalando el camino, para ello se vale de una pequeña
estratagema. ¿Cómo definir el camino si antes no definimos sus límites? Es más,
¿cómo señalar ningún camino si antes no sabemos hasta dónde llegan nuestros
propios límites? Y los señala. ¿Qué es el ser humano? Definir lo que soy para
saber a dónde voy (p. 28):
“Ser humano es
ser
asfixia”
Y sabiendo lo que yo soy, saber
lo que eres tú, quizá como antónimo, como complemento, como camino (p.29):
“Eres arco
cóncavo, mi espera”
Y sigue.
Dice el prologuista, Alejandro
Céspedes, dos cosas que me parecen curiosas. Una que no le importa lo que ha
querido escribir el autor (p.14). También dice que Agustín Calvo Galán usa el GPS para perderse (p.18). Crea así la
paradoja de utilizar un punto de encuentro como punto de pérdida. El sendero
para no encontrar ni encontrarse. Aún así describe sus límites y los de los que
importan. Y con ello provoca la extrañeza, la controversia entre lo que es uno,
lo que son los demás, el camino que cada uno toma. Y quizás no es necesario
encontrarlo o que nos encuentre.
Luego describe algunas cosas que
le rodean. La sed (p.30):
“La sed
se extiende más allá
de lo fértil”
Se zambuye y retorna a lugares
que le son gratos (p. 43):
“Ni el Zambeze ni el Iguazú”
Sigue el afán por ser, aunque
nada nos ayude a ser, ni la palabra, ni el idioma (p.45):
“Ni siquiera el idioma
nos ayuda
a ser”
Los límites, las fronteras, los
caminos… Insiste el autor (p.47):
“Finjo todo lo que digo
o
no lo digo, o soy
o
lo que sea”
Al final uno se define fácilmente
mediante un (p.51):
“Informe de bienes y contrato
nupcial”
Me pregunto si uno se reduce a la
burocracia que va dejando en el camino, si al final somos sólo un recibo del
gas o una factura sin pagar. Y entre todas las respuestas posibles quizá sólo
encuentro la negación (p.56):
“Pues nada vive para decir,
nadie dice, nadie escribe,
nadie se repite (…)”
Al final el muro y la frontera
(p. 59) tan habitual como metafóricamente entre nosotros:
“El muro era un hacha cortando
una frontera, como toda frontera
una frontera atroz”
¿Seguimos en el punto de partida?
(p.59):
“Como si alguien pudiera decir
qué es ser yo mismo”
Que al final el poema, aunque
sólo plantee nuestras dudas, sea para pensar y pensarnos (p.60):
“que yo mismo soy
y poco más”
No hay comentarios:
Publicar un comentario