Herido mármol
Ernesto Frattarola
Suburbia ediciones, 2014
60 pp.
10 euros
Si tuviera que describir de un
modo escueto el poemario de Ernesto Frattarola (1965) yo diría que es un libro
profundamente humanista. Un libro que habla del hombre y sus vicisitudes.
Sorprende sin embargo la forma que el autor ha elegido para hablar de lo humano.
Todo el libro está plagado de referencias cristianas y bíblicas. Un simple
vistazo a los títulos de los poemas nos lo corrobora: Hágase, ceniza, clavos, penitencia,
incienso, mácula, carne… Pero el autor no habla ni de cristianismo, ni de
religión, ni de la Biblia pero se vale de su vocabulario, de su entorno, de su
envoltura. Fíjense si no en el tono bíblico de este fragmento (p.14):
“En el
principio era el aburrimiento.
Luego las
primeras piedras
Y el yugo.
Hoy damos
gloria al señor de la cuadrícula”
Y el tono
general sigue este esquema. Vamos con otros fragmentos (p.12):
“Comimos y fue
peor:
barro es carne
de culpa”
En este mismo
poema titulado Viernes y que
pertenece a una parte del poemario denominado Estirpe encontramos las siguientes referencias: culpa, herida,
sangre, azote, sufrimiento, piel a tiras, hambre, santos. Es sólo una muestra
del vocabulario que utiliza el autor.
Pero avancemos
un poco más. Me gustan especialmente alguno de sus mensajes que van calando en
los finales de algunos poemas (p.15):
“Guarda en tu
corazón esta verdad:
eres lo que
produces, vago inútil”
Otro (p.17):
“Y tú eras un
simio empapado en sudor.
Te recogimos.
Te limpiamos. Arrodíllate”
Y otro más (p.25):
“Te vas
Te crees que
esas muletas te hacen libre.
Pero te llevas
el polvo de la casa”
Y en el mismo
poema otro verso lapidario (p.24):
“Es urgente
que sepas lo que vales:
nada”
Estos versos
tan duros, que casi podrían ser separados del poema y convertirse en aforismos,
expresan parte del devenir de la idea central del libro, hablar de un itinerario
vital con sus fracasos, reivindicar la idea del hombre por encima de otras
cosas volubles.
Da la
impresión de que también hay espacio para una cierta reivindicación social
(p.26-7):
“Una vida de
rodillas,
sol de cloaca
para un hombre a medias.
Convertir el
instinto en miseria,
la miseria en
carga,
la carga en
deuda.”
Son fragmentos
que uno desea leer y releer una y otra vez con delectación para extraer sus
ideas.
Otros mensajes
más breves pero no por ello menos contundentes (p. 29). Afirma el autor:
“morirás
madera”
Madera sin
forma, madera como elemento que vuelve a lo que fue, madero abandonado, madera
procedente de un naufragio, ruina de madera, madera al fin y al cabo.
A veces la
insistencia en una parte del cuerpo. Semen, mancha, en el poema Costra (p.34-5). En otras los
itinerarios de las palabras: putas, mendigos, mujerzuela (p. 36-7).
También
referencias al propio autor (p.38):
“Cuarenta y
cinco años hace que me pudro”
Y también (p.
46):
“Tengo
cuarenta y seis años y aún no me perdono”
Afirmaciones
duras y cercanas (p.42):
“Nadie se
masturba pensando en mï”
Y, al fin y al
cabo, ¿qué es lo que uno deja a la siguiente generación? (p.47):
“(…) dejaré en
herencia lo heredado”
Leer con
tranquilidad el poso que deja este poemario como una forma útil de saborear una
tarde. Uno no termina de entender que sea éste el primer libro del autor.
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