La fuerza de los
fuertes
Jack London
Ilustraciones de Mar del Valle
Ediciones Traspiés, 2014
62 pp
15 euros
No sé exactamente cuántos libros habré leído de Jack London
desde mi infancia, pero no me equivoco si digo que pueden ser una treintena
entre novelas y libros de relatos. Es un autor al que, a pesar de ser
considerado ahora como de juventud, regreso con cierta asiduidad. No en vano
puedo haber leído su Martin Eden una decena de veces, a los
que han seguido otros tantos como Colmillo
Blanco, La llamada de la selva, Asesinatos SL, Talón de hierro, John Barleycorn,
las memorias alcohólicas, etc…
En el caso que nos ocupa, La fuerza de los fuertes, libro que ahora ha aparecido en la
editorial Traspiés preciosamente ilustrado por Mar del Valle, nos encontramos
ante un relato breve que contiene todo el universo London. Una parte de
biologismo, también algo de filosofía spenceriana, la lucha por la vida y una
prosa simple pero que se desliza contándonos la historia con facilidad y
maestría.
Recuerdo, y cito de memoria, que en Martin Eden el
protagonista achacaba a un profesor universitario su carencia de biología.
Bien, en este La fuerza de los fuertes hay
mucha biología, mucho darwinismo social.
La trama es bien sencilla. En una tribu un viejo cuenta a sus
nietos la historia de la misma, esta explicación supone una parábola de la
realidad pues al mismo tiempo nos está contando el origen de las sociedades, de
la economía, de la pirámide social, del dinero y del advenimiento del
capitalismo con sus desigualdades. Uno tras otro los acontecimientos se suceden
de forma que casi nos parecería que estamos reviviendo las etapas en la
construcción de cualquier sociedad moderna, la diferencia es que la tribu
parece vivir en una especie de época paleolítica. Todo empieza con la necesidad
de buscar un jefe - y digo que empieza, pero en realidad, debería decir que empieza
a torcerse - dado que llegan a la conclusión de que es mejor tener a alguien
que los dirija. Eso lleva a la creación de una nobleza, al reparto de las
tierras que antes habían sido comunales, la aparición del dinero, la creación
de un ejército, la organización de la familia, la división del trabajo, la
creación de propietarios y jornaleros y la llegada de un cierto capitalismo
inicial que podemos fácilmente trasladar a la actualidad cubriendo las líneas
de puntos que nos marca el autor.
De una forma amena y a través de personajes con nombres típicamente
tribales, London nos da una lección de economía en un relato que bien podría
servir para ilustrar muchas lecciones.
Como todo lo de London absolutamente
recomendable y, con el añadido, de las estupendas ilustraciones a dos tintas.
Añadiría que el hecho de haber sido escrito hace cien años ni
le resta interés, más bien al contrario, en estos tiempos nuestros tan
convulsos, ni su manera de narrar y su lenguaje nos alejan de su lectura. Una
buena elección para llenar una tarde aburrida de domingo.
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