Ardimiento
Baco
Zoografico ediciones,
2014
132 pp
10 euros
No sé de qué forma un
autor puede vivir su vida literaria escindido en dos mitades. En mi caso no puedo
imaginármelo. No veo diferencia, más allá de las propias características de
cada género, entre una creación u otra. Esteban Gutiérrez Gómez ha decidido que
su faz poética tenga el nombre de Baco. No conozco su obra narrativa, pero dada
esta escisión debo juzgar a Baco a través de su obra Ardimiento. Dice en el prólogo, un prólogo diseccionador, Gsús
Bonilla, que esta es la primera obra
poética del autor. De hecho funciona como una especie de antología vital y,
probablemente, sea esa una de sus grandes virtudes, analizar su propia
existencia, sus intervalos, sus pasos desde un prisma sincero. No busca el
autor algo complicado. Su verso se hace accesible, incluso para los que no leen
poesía. Huye del barroquismo y reivindica la sencillez y la sinceridad. Y eso
lo vemos en sus versos. Es pues un poemario de autenticidad y de registros
vitales. Un poeta que se abre al lector sin guardarse nada, sin cartas
escondidas, sin trampas. Se abre con todas las consecuencias, sin tapujos,
sintiéndose, a pesar de todas las dudas, un ser libre. Es otro de los aspectos
fundamentales del libro, la libertad. Es un poemario libre de ataduras y
estilos. Libre en el uso del vocabulario, libre en la temática de los poemas.
Éstos van saltando de tema en tema, de vivencia en vivencia, probablemente hasta el ardimiento, hasta dejar
al autor en paz consigo mismo y con todos. Hay rabia, pero también serenidad,
hay reflexiones a vuelapluma y otras de mayor calado. Todo eso está en Ardimiento.
¿Cómo ve el mundo Baco?
A las pocas páginas sabemos lo que sueña (p.20):
“Cada noche
al acostarme
sueño poemas”
Son a veces sus poemas
abiertos y que nos siembran de dudas. No en vano no es el oficio de poeta
resolver certezas, más bien sembrar dudas y hacernos reflexionar. Por eso dice
en el mismo fragmento (p.21):
“Y así estoy todo el
día
pensando en que llegue
la noche
y vuelva a escribir
fantásticos poemas en sueños
que jamás
recordaré”
Algunas de sus
composiciones tienden a enseñarnos las vergüenzas del mundo (p.32):
“Las cosas no están
bien
Y tenemos ganas de
seguir malviviendo”
Y más tarde:
“Entonces se entiende,
hermanos,
la prisa, y lo
asqueroso
y necesario
que es hablar de dinero”
Hay fragmentos de mayor
intimidad –si es que acaso podemos decir más de una parte que de otra, pues se
trata de un poemario con una visión muy cercana al autor-. A mí me gusta
especialmente este poema por su claridad y simplicidad (p. 54). Se titula Veneno:
“Ya sé lo que estás
pensando
que
50 años son muchos
para publicar un primer
poemario.
Quizás tengas razón,
pero no te preocupes,
he sabido guardar
todo
mi veneno”
El autor prácticamente
adopta todos los tonos posibles, desde la denuncia al lirismo, de la exaltación
a la invocación. Y tal y como decía, la rabia también está presente (p.63):
“Ojalá
todo lo vuestro
se convierta
en mierda”
Ya he comentado que el
lenguaje del autor era un ejercicio de libertad que no todos los puristas
poéticos entenderán. Aquí prevalece la sinceridad sobre la forma. Prevalece el
mensaje sobre la retórica.
Tiempo también tiene el
autor para recomendar una mirada sobre el mundo y la creación literaria.
Consejo válido para noveles (p.72):
“Se trata de aprender
que a la hora de
escribir
lo fundamental es saber
observar
la realidad
de otra manera”
Y, literariamente,
tiempo también para atizar a unos y otros con valentía (p.77):
“Te aseguro que conozco
a muchos seres
enfundados en cueros
despellejados,
y a muchos bardos de
pacotilla,
de largos fulares y
palabras pausadas,
que no llevan corbata
pero que han comido
muchas pollas
y se han dejado dar por
el culo
incluso que han vendido
a sus mejores amigos
sólo para conseguir una
reseña de mierda”
Quizá lo mejor para
finalizar sea tomar unas palabras acertadas del prólogo de Gsús Bonilla (p.10):
“las palabras son el
agua de la lluvia que las identifica, la Poesía una canaleta más que vierte
sobre los adoquines de las aceras los espasmos de las tormentas. Eso es todo”
Eso es todo y casi
nada. Vaya. Aconsejo echar un vistazo a las magníficas ilustraciones de Quino
Romero. Original la puesta en escena de la colección de Zoográfico ediciones.
Gracias, Luis, por tus palabras y la dedicación a su lectura. Un abrazo
ResponderEliminarDe nada, Esteban. Un placer.
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